A quién ayudamos

Ayuda a la Iglesia Necesitada sirve a miles de misioneros y religiosos de la iglesia católica que necesitan apoyo para poder desarrollar su labor pastoral en los países en los que sufren pobreza extrema, discriminación y/o persecución por su fe.

Ayudamos, sin distinción, a todas las congregaciones, órdenes, movimientos y demás realidades de la Iglesia católica, así como a las comunidades cristianas de las diócesis locales. Son los obispos y los superiores de esas instituciones quienes avalan la necesidad de esa ayuda pastoral concreta para su gente.

Sacerdotes

Estos hombres valientes están en primera línea socorriendo a su pueblo, aun a riesgo de su propia vida. Hacen presente físicamente a Cristo en las regiones más pobres, inhóspitas y muchas veces peligrosas para los cristianos.

Son mediadores de paz y mensajeros de esperanza. Pero muchos no tienen recursos para vivir porque sus feligreses no pueden sostenerles. Necesitan ayuda para permanecer, para formarse adecuadamente y contar con medios para evangelizar: iglesias y capillas, vehículos, biblias, etc. Para su sostenimiento, les hacemos llegar estipendios de Misas de nuestros benefactores y, agradecidos, celebran Eucaristías por las intenciones de los donantes.

Religiosas

Día tras día, miles de religiosas de distintas órdenes y congregaciones religiosas, tanto de vida activa como contemplativa, exprimen su vida en lugares donde los conflictos, el terrorismo y la pobreza han lacerado las vidas de millones de personas. Mujeres de carne y hueso que han venido al mundo, para ser transmisoras de la Esperanza y el Amor de Dios a los más vulnerables de la tierra, a través de hechos concretos. Consuelan, acompañan, alimentan, curan, alfabetizan, enseñan, catequizan, rezan. Aman.

Queremos contribuir a su sostenimiento, a su formación, reconstruir sus conventos, facilitarles medios materiales para que puedan llevar a cabo su misión evangelizadora y llevar a Dios a los lugares más inaccesibles.

Seminaristas y novicias

Ellos son el futuro de la Iglesia católica en muchos lugares del mundo y no queremos que ni una sola vocación se pierda por falta de recursos. Qué importante es, además, que cuenten con una formación excelente y una cualificación teológica adecuada, algo que no siempre tienen garantizado a causa de la pobreza, la guerra o la persecución.

De nosotros y de ti depende la vocación de muchos de estos jóvenes, de que les proporcionemos la oportunidad de formarse y los medios materiales que necesitan durante los años de seminario y noviciado.

Catequistas y laicos comprometidos

¿Qué sería de nuestra Iglesia sin tantos fieles que se comprometen a llevar el Evangelio, especialmente en muchos países donde los sacerdotes y las religiosas no alcanzan? La labor de los laicos, como catequistas o agentes de pastoral, es fundamental para muchas personas que aún no han tenido la ocasión de encontrarse con Dios, es fundamental para la evangelización y la conservación de la fe, ¡de nuestra fe!

Qué importante, también, y qué necesario que reciban la formación teológica adecuada para formar a otras personas y prepararlas para recibir los sacramentos. Queremos agradecer su compromiso y ayudarles en todo lo que podamos.

Cristianos discriminados y perseguidos

Son la vanguardia de nuestra Iglesia, quienes portan el estandarte de nuestra fe. Hoy, en pleno sigo XXI, 394 millones de cristianos en el mundo viven en países de persecución o discriminación a causa de su fe, en sus trabajos, en la sociedad. Son personas que viven cada día el riesgo de ser hostigadas y, en algunos casos, de perder la vida.

Con ellos está la Iglesia católica local, que clama nuestra ayuda para sostenerles, para darles oportunidades para proporcionarles educación, formación, empleo, para reconstruir sus casas destruidas o para darles refugio y ayuda de primera necesidad cuando han sido expulsados de sus lugares de origen. Son nuestros hermanos en la fe y tenemos la oportunidad de ayudarles.

Excepcionalmente, las Iglesias locales nos piden ayuda de emergencia para socorrer a refugiados, damnificados por catástrofes naturales y víctimas de crisis humanitarias. También a ellos tenemos que ayudarles, es un símbolo de fraternidad con nuestros hermanos.