Boda de Rita y Rami: cristianos recién casados en Irak tras el Daesh
Siete años después de la invasión del Daesh, estos jóvenes iraquíes apuestan por seguir adelante en su tierra natal
ACN, María Lozano.- 6 de agosto de 2014. Un día que los cristianos de Irak no podrán borrar de sus anales. En una noche fatídica, el Estado Islámico arrasó la Llanura de Nínive y miles de familias tuvieron que huir con lo que llevaban puesto a Erbil, la capital del Kurdistán, y dejar todo atrás para salvar sus vidas. Una fecha que cambió la vida de muchos jóvenes cristianos iraquíes, como Rita y Rami.
En esta región iraquí, situada al norte y al este de Mosul, todo se cuenta con un «antes de Daesh» o «después de Daesh». También en Karamlesh, pueblo cristiano de gran importancia para los católicos caldeos por haber sido residencia en el pasado de tres patriarcas caldeos. “Antes de Daesh” contaba con unos cuatro mil habitantes, casi todos huyeron antes de que llegaran los yihadistas. El párroco fue uno de los últimos en irse, sólo unos pocos ancianos se quedaron.
El Estado Islámico impuso su régimen de terror, Karamlesh fue una base de actuación importante en su lucha contra los combatientes kurdos, la peshmerga, y las fuerzas iraquíes. Cavaron túneles para desplazarse por la ciudad, también bajo la iglesia de San José y el santuario de Santa Bárbara. La iglesia de San Adday fue quemada, la sacristía destruida y el cementerio vandalizado. Las casas de la ciudad alojaron a combatientes del Estado Islámico y estaban conectadas entre ellas por túneles y agujeros en las paredes. El jardín de infancia fue utilizado como fábrica de armas.
Un historia de amor entre los refugidos
Entre los miles de cristianos que huyeron de Karamlesh a Erbil estaban Rami y Rita. Dos jóvenes que en aquel entonces apenas se conocían. Rami tenía 22 años y fue acogido en uno de los muchos campamentos que la Iglesia adecuó para las familias desplazadas. Rita, que tenía tan solo 16 años, y su familia encontraron cobijo en una casa de alquiler. Un día, Rita visitó el campamento donde vivía Rami y se encontró con el joven. En estas difíciles condiciones se hicieron amigos.
El 24 de octubre de 2016, Karamlesh fue liberada por el ejército iraquí. Los mensajes de odio de los militantes de Daesh estaban presentes en innumerables puertas, paredes y muros. Primero Daesh y luego los bombardeos aéreos para la liberación. Todo había quedado saqueado o destruido.
El regreso a casa y un compromiso
Rami fue el primero en volver a Karemlesh con su familia. Karamlesh fue una de las poblaciones que más rápido empezó a retomar vida. Pronto las cruces fueron devueltas a las cúpulas de algunas de las principales iglesias. Se reconstruyeron las carreteras, las escuelas y las iglesias. Al poco tiempo, también regresó Rita. Poco a poco, la vida volvió al pueblo. Abrieron tiendas, incluidas dos barberías y una panadería.
“La gente de aquí es muy amable y pacífica. Por eso, nunca sospechamos que pudiera ocurrirnos algo tan terrible. Daesh convirtió nuestros hogares en instalaciones militares. La iglesia de Santa Bárbara se convirtió en su cuartel general” – explica Rami.
En total ya casi la mitad de las familias han regresado, aunque en muchas de ellas algunos de sus miembros se han quedado en la capital o han emigrado del país, por eso sólo un tercio de los habitantes están de vuelta en Karamlesh. Hay muchos sitios vacíos alrededor del hogar.
Pero Rami y Rita decidieron dar un paso más. Con valentía han logrado lo que parecía imposible hace siete años, cuando tuvieron que dejarlo todo y huir, viviendo como desplazados primero y teniendo que recomenzar de cero después: quedarse y formar una nueva familia. «Nuestra vida no está exenta de riesgos y la vida no se detiene, haya o no riesgos. Tenemos que seguir adelante», dice Rami a la fundación Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN).
Un centro parroquial para dar esperanza
Fue la primera pareja que celebró su matrimonio en el Centro Caldeo de San José. El centro se utilizaba para múltiples actividades antes de la llegada de los yihadistas: bodas, velatorios, conferencias, películas, debates, exposiciones, actividades juveniles y mucho más. También las familias de muchos pueblos de los alrededores y de la minoría étnica y religiosa shabak (chabaquí) que vive en Karamlesh lo utilizaban para sus celebraciones.
Daesh había dejado el edificio muy dañado: los techos, el sistema de ventilación, las instalaciones sanitarias, la electricidad, la fontanería, la cocina y el sistema telefónico… todo estaba inutilizable. Había paredes rotas en los pisos superiores porque servían a los yihadistas para disparar sobre la llanura que se extiende.
Con la ayuda de los benefactores de ACN todo eso ha pasado a ser un “antes de”. Rami y Rita pudieron inaugurar el Centro de San José y celebrar su matrimonio en su tierra natal, aquella que habían perdido y han vuelto a recuperar. Las danzas y los bailes tradicionales iraquíes se mezclan durante la celebración con los brindis de jóvenes y mayores. Siete años después de que el miedo y la muerte tomara Karamlesh, nueva vida y esperanza están echando raíces.
“En la pared de la iglesia escribieron: ‘No habrá más cristianismo en Irak’. Pero no lo consiguieron. Gracias a Dios, los católicos iraquíes hemos vuelto”, dice Rami.