Halyna, viuda y refugiada en Ucrania: “Sin las Hermanas de San José estaría perdida”
Ayuda a la Iglesia Necesitada ha ayudado a 8.245 sacerdotes, hermanas, religiosos y personal diocesano
ACN.- Las Hermanas de San José dirigen un hogar de ancianos en los terrenos del Seminario Católico Romano en Bryukkhovichi, cerca de Lviv. En un principio, cuando nacieron cuidaban de las madres viudas de los sacerdotes y las hermanas ahora cuidan de mujeres necesitadas, independientemente de su origen o religión, que necesitan ayuda en la vejez.
Halyna es una de las 43 personas atendidas por las Hermanas de San José cerca de Lviv. Ella misma es ortodoxa, de madre bielorrusa y padre ucraniano. En marzo de 2021, antes de la invasión, llegó a Lviv con sus dos hijos Dima de 24 años y Sasha con 38 desde Uledar, una ciudad de la disputada región de Donetsk. Junto con otras 20 personas encontró refugio en la parroquia de San Juan Pablo II.
A sus 62 años, Halyna es demasiado joven para ir a un asilo de ancianos, pero la vida la conmueve mucho. Se le quiebra la voz y llora cuando habla de su suerte: su marido murió en 2006, su hijo mayor padece una enfermedad mental y lleva años sin decir una palabra, la menor también está muy traumatizada, ella misma tiene varias enfermedades y apenas puede levantarse de la cama. El hecho de poder contar con tres de las Hermanas de San José – Sor Renata, Sor Kreszentia y Sor Justyniana – es una gran bendición para ella.
En los últimos tres años, Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN) ha ayudado a 8.245 sacerdotes, hermanas, religiosos y personal diocesano. De ellos, 5.661 recibieron ayuda de emergencia que fue distribuida a parroquias y órdenes al comienzo de la guerra.
“Amo a las Hermanas más que a nada”
En enero de este año Marija, una de las mujeres necesitadas que cuidan las hermanas, cumplió 96 años: “Las Hermanas aquí son como madres, que se ocupan de todo. Los amo más que a nada. Y estoy muy feliz de que recibamos visitas regulares de los sacerdotes y de que podamos ir a la capilla de la casa, algo que antes no siempre nos era posible. Y si hoy ni siquiera puedo hacer eso, al menos puedo recibir la Misa transmitida en mi habitación. Lo más importante en mi oración diaria es pedir la paz”.