Más de 5.000 familias cristianas de Pakistán piden ayuda urgente frente al coronavirus
Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN) lanza una ayuda de emergencia para los cristianos que se ven amenazados por el hambre debido a las consecuencias del Covid-19
ACN.- Los obispos de las diócesis católicas de Faisalabad, Islamabad-Rawalpindi y Lahore, en Pakistán, han solicitado a la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN) a nivel internacional una ayuda urgente para más de 5.000 familias cristianas. Las medidas para contener la pandemia del Covid-19 han agravado aún más la miseria social de la minoría cristiana en Pakistán. ACN les va a apoyar con una ayuda inicial de 150.000 euros.
La Iglesia católica local ha desarrollado un amplio programa para proporcionar paquetes de alimentos, para aquellos que ya vivían por debajo del umbral de la pobreza antes de la pandemia, y que ahora se encuentran en una situación desesperada. Según cifras oficiales, en Pakistán hay más de 108.000 casos confirmados de infectados por el virus y más de 2.100 muertos. La región del Punyab, el este del país y a la que pertenecen las diócesis citadas, es las más afectada.
En Faisalabad, el programa de ayuda de emergencia apoyado por ACN incluye, junto a la distribución de alimentos, una campaña de concienciación para educar a las familias sobre cómo protegerse del virus a través de la radio y los medios digitales. También está previsto distribuir mascarillas a los fieles en las iglesias; así como equipar a sacerdotes, catequistas, personal diocesano y voluntarios para garantizar su protección personal en la realización de sus programas pastorales y sociales.
En el caso de la archidiócesis de Lahore, se solicita ayuda para paquetes de comida que se distribuirán a 2.000 familias. Y por su parte, en Islamabad-Rawalpindi se entregarán alimentos a 3.000 familias.
«Los cristianos, que constituyen alrededor del 2% de la población del país, ocupan uno de los peldaños más bajos de las clases sociales en Pakistán. Sufren especialmente por las consecuencias económicas del confinamiento y las restricciones que se aplican en el país desde finales de marzo. El coronavirus les ha arrebatado el trozo de pan que tenían. En esta crisis, en la que se ven obligados a vivir en condiciones de hacinamiento y con pocos recursos, no podemos dejarles solos ante la cruel elección entre la inanición o la infección», asegura Thomas Heine-Gelder, presidente ejecutivo internacional de ACN.
Discriminados en el reparto de ayuda
Según fuentes locales, y como la fundación ya informó recientemente, algunas ONG y líderes musulmanes de Pakistán se niegan a prestar ayuda de emergencia por Covid-19 a los cristianos y otras minorías religiosas, a pesar de que se encuentran entre las más afectadas por la pandemia.
«Los reducidos programas de asistencia ofrecidos a nivel estatal tienden a excluir a las minorías religiosas; de hecho, son ciudadanos de segunda clase que rara vez tienen derecho a recibir apoyo estatal. La discriminación religiosa en Pakistán no es nada nuevo, pero es preocupante que las minorías estén claramente marginadas incluso durante esta crisis mundial», lamenta Heine-Geldern.
El coronavirus en Pakistán ha agravado aún más la miseria social de la minoría cristiana tan discriminada en este país. Los cristianos paquistaníes ocupan los peldaños más bajos de las clases sociales en Pakistán y dependen de su salario diario para alimentar a sus familias. Pero muchos han sido despedidos de sus empleos sin advertencia e indemnización alguna, ante el temor de que, por su condición de pobres, llevaran la infección a sus lugares de trabajo.
«La prioridad de nuestra fundación es socorrer a los cristianos que sufren persecución y discriminación, y esto es claramente el caso de Pakistán. Ya hemos proporcionado ayuda de emergencia a través de estipendios de misa para apoyar a los sacerdotes, pero esto no es suficiente. Aunque no tenemos los medios para aliviar todas las necesidades, creemos que es bueno enviar esta señal de solidaridad y esperamos que otras organizaciones y muchas personas de buena voluntad se unan a este esfuerzo», advierte Heine-Geldern.