Celebración de la Eucaristía en la nueva aldea de Mumpi. (Asia News)
23 agosto 2024

Primera misa en una aldea de cristianos desplazados de Manipur, India

La archidiócesis de Imfal está construyendo casas para aquellos que han perdido todo, por la violencia étnica que asoló el estado nororiental de la India desde mayo de 2023

ACN.– Un grupo de desplazados de Manipur ha podido celebrar por primera vez la Eucaristía en su nuevo asentamiento, en la aldea de Munpi, en el noreste de la India. Así lo ha relatado el padre Mark Aimeng a Asia News: «Celebrar la primera misa fue un momento de gran alegría, tanto para mí como para las 180 personas que participaron en un cobertizo donde se fabrican los ladrillos para construir las nuevas casas». La archidiócesis de Imfal ha puesto en marcha este proyecto de nuevas viviendas para quienes han perdido todo duranta la violencia étnica desatada en mayo de 2023, en el estado de Manipur, entre miembros de etnia meitei y de etnia kuki.

«Vienen de mi aldea: soy sacerdote desde hace 41 años y esta fue la primera misa en el asentamiento de desplazados», ha afirmado el padre Aimeng, que comenta que la celebración tuvo lugar el pasado día 15 de agosto, solemnidad de la Asunción, y también participó el diácono Patrick Lan. «Tenían grandes deseos de que fuera posible y por fin llegó el día. Todos son católicos y proceden de la aldea de Singtom, en el distrito de Chandel. En la nueva aldea construida y bendecida por la Archidiócesis de Imfal se han instalado veinte familias. Otras familias seguirán llegando en los próximos meses».

Presencia de sacerdotes, consuelo espiritual

Estos desplazados huyeron de sus casas el 29 de mayo de 2023, ante la noticia de que un grupo de insurgentes meitei del grupo Arambai Tegol había avanzado hacia su pueblo en la escalada de violencia. Una semana después de la huida, recibieron la noticia de que la aldea de Singtom había sido quemada sin que el ejército de India hiciera nada. 45 de las 72 casas de la localidad quedaron reducidas a cenizas, mientras que otras construcciones, incluida la iglesia, también fueron gravemente dañadas.

Aunque la archidiócesis de Imfal se ha movilizado para proporcionar no sólo viviendas sino también educación a los niños, alimentos y otros bienes esenciales, llevará mucho tiempo curar tanta miseria y dolor. «Pero la presencia de los sacerdotes es un inmenso consuelo espiritual – concluye el padre Aimeng- Desde el día que llegamos al pueblo, he tenido muchas oportunidades de visitarlos y ofrecerles al menos este bálsamo espiritual».

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