Senegal: 40 años de conflicto en la región de Casamanza
El padre Fulgence Coly, administrador apostólico de la diócesis de Ziguinchor relata para ACN, el conflicto y los desafíos que tiene la Iglesia
ACN, Carlos Rosas-Jiméne.- Senegal es uno de los países de África occidental conocidos por su estabilidad política. Sin embargo, en el sur del país, en la región de Casamanza, existe un conflicto abierto que comenzó hace 40 años entre el Estado senegalés y el Movimiento de las Fuerzas Democráticas de Casamanza (MFDC).
El 26 de diciembre de 1982 es considerada como la fecha del estallido de la rebelión, cuando cientos de personas salieron a las calles en la ciudad de Ziguinchor, reemplazando la bandera tricolor senegalesa por banderas blancas. En ese entonces, el entonces recién formado MFDC circulaba panfletos reclamando la independencia de la región de Casamanza.
La guerra de Casamanza enfrenta grupos étnicos, la mayoría diola, contra el Estado senegalés y forma parte de las numerosas guerras civiles del África poscolonial. Sin embargo, ha sido una de las menos sangrientas por el número de víctimas. Se han dado violaciones de los derechos humanos cometidas por ambos bandos, pero nunca se han producido matanzas masivas como en otras guerras civiles en el continente africano. El primer acuerdo de alto al fuego fue en 1992. No obstante, entre 1995 y 1998 el conflicto sufrió una escalada de violencia. A pesar de varias treguas y negociaciones de paz, el conflicto continúa.
Camino a un acuerdo
En declaraciones a la fundación internacional Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN) el padre Fulgence Coly, administrador apostólico de la diócesis de Ziguinchor, explica que en la diócesis se vive desde hace unos cinco años un periodo de calma, pero esto no quiere decir que se haya alcanzado ya la paz definitiva. “Si no existiera la confrontación entre el gobierno y los rebeldes, esta región podría desarrollarse mucho más, puesto que es una zona muy fértil y el terreno está muy bien irrigado. Pero tenemos un retraso de treinta años. Hay mucha frustración en los jóvenes”, explica el padre Coly.
La comunicación entre el norte y el sur del país es difícil porque entre la capital senegalesa, Dakar, situada en el norte, y la región de Casamanza en el sur del país se encuentra el pequeño país de Gambia: “Los habitantes de esta zona sienten que el sur ha sido abandonado por el gobierno y finalmente muchos se desplazan al norte del país o se lanzan a la aventura de la emigración”, agrega el administrador apostólico.
Trabajar con la población para mantener la paz en la región es una prioridad para el sacerdote: “Es importante que nosotros, como Iglesia, acompañemos a los jóvenes para que trabajen en lugar de dedicarse a la violencia. Queremos la paz y sobre todo que regresen aquellos que tuvieron que huir de sus pueblos”.
Apoyo económico y social
En medio de esa situación, gracias al apoyo de ACN y otras organizaciones benéficas, la Iglesia realiza varios tipos de proyectos para que la población permanezca en la región, entre los proyectos son: ayuda a los agrícolas para garantizar la seguridad alimentaria y de apoyo a la reconstrucción de viviendas abandonadas y destruidas. Además, tenemos proyectos sociales para ayudarles psicológicamente y facilitar el regreso a los puestos de trabajo en pueblos abandonados que ahora ya son seguros a las personas que han sufrido por la violencia y pasan por periodos de frustración.
“Y, por supuesto, proporcionamos acompañamiento espiritual para llevar el perdón y la reconciliación a las poblaciones heridas explica el padre Coly. Es por eso que cada 1 de enero, día de la Jornada Mundial de Oración por la Paz, el obispo celebra una misa solemne por la paz en una de las parroquias de la diócesis más afectadas por el conflicto. En esta ocasión se invita a las autoridades civiles, líderes tradicionales y religiosos, así como a las asociaciones de mujeres, a pedir juntos por la paz en Casamanza, soltando simbólicamente unas palomas.”
La Iglesia desempeña un papel de mediadora entre el Estado senegalés y el MFDC para llevarles a una mesa de negociación para una paz definitiva en Casamanza. Los sacerdotes y las religiosas, así como los movimientos de Acción Católica, son pieza clave en el compromiso de acompañamiento a su pueblo por parte de la Iglesia local, por eso ACN ayuda desde hace años en su sostenimiento y recientemente ha apoyado la construcción de una residencia para sacerdotes mayores.