10 septiembre 2021

Acercar a los gitanos a Dios, la misión del padre Martin en Eslovaquia

“Rezo para que el Santo Padre abra los corazones de la gente y ayude a la sociedad a aceptar a nuestros hermanos y hermanas gitanos”

ACN.-El padre Martin Mekel es colaborador sobre el terreno de la fundación pontificia  Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN). A propósito de la visita del Papa Francisco a la minoría gitana en Eslovaquia, le hemos entrevistado. El sacerdote ofrece su punto de vista sobre la pastoral gitana, la minoría más numerosa del país, que sigue viviendo en la periferia de la sociedad.

Cerca de la presa de Domaša, vive el P. Martin Mekel, un sacerdote greco-católico casado y padre de tres hijos que dirige la pastoral gitana greco-católica. ¿Por qué dedica su vida a los gitanos? Una vez planteada la pregunta, la respuesta surge rápidamente: “Fue el Espíritu Santo quien me llevó hasta ahí”, se ríe.

El P. Martin Mekel, sacerdote greco-católico que dirige la misión. Sigord, Eslovaquia. (ACN).
Casa de retiro de la Misión Gitana Greco-Católica obtenida hace años del Estado. sigord, Eslovaquia. (ACN).
El padre Martin Mekel dirige la misión greco-católica romaní. Eslovaquia. (ACN).

“Nunca había pensado en trabajar con los gitanos, ni siquiera después de ingresar en el seminario de Prešov”. Pero entonces, siendo seminarista, se le acercó un joven gitano de una casa de acogida en el mismo pueblo del que procede el P. Martin, para preguntarle si organizaba encuentros de oración: el Espíritu Santo encontró su camino.

“Así que empezamos a reunirnos durante las vacaciones de verano con algunos chicos gitanos de mi pueblo. Luego, un amigo, un salesiano, me pidió que lo ayudara con los niños gitanos. Y transcurrido un tiempo, me encontré viviendo en un pueblo con un 75% de gitanos”. Por lo visto, no fue fácil, porque para los no gitanos su celo por esta minoría no resultaba aceptable. “No estaban acostumbrados. Un sacerdote nuevo llega al pueblo y, de repente, gitanos en la iglesia, gitanos en la casa parroquial, gitanos en todas partes… No fue fácil”, dice con su contagiosa sonrisa y una chispa en los ojos.

Ser luz para los demás

En la actualidad, acercar a los gitanos a Dios es su única misión, y él y su familia viven en el corazón de dicha comunidad. En la zona de Sigord dirige una gran casa de retiro cedida hace años por el Estado. El edificio es antiguo, pero beneficia a muchas personas. Con la ayuda de los benefactores de ACN ha sido posible instalar un nuevo sistema de calefacción por agua. Tanto si se trata de un retiro espiritual como de un campamento de verano para niños o de familias en busca de un lugar económico para descansar en verano, la casa Sigord es siempre una buena opción.

Los que conocen la Iglesia greco-católica, su práctica y divina liturgia se preguntarán quizás si son la liturgia, el misticismo, los colores o los antiguos himnos lo que acerca a Dios a un pueblo tan antiguo como el gitano, que al parece ser llegó a Europa desde la India hace siglos. Pero parece que no es así. Según señala el P. Martin, “los gitanos se sienten mucho más atraídos por las Iglesias protestantes que por los ritos católicos.

Incluso tuve que introducir algunos cambios necesarios y lícitos en nuestra liturgia porque era demasiado compleja para ellos”, dice y vuelve a sonreír. Y añade de inmediato: “Es que cuando eres misionero, sencillamente no puedes esperar que la gente acepte de inmediato todo lo que les pides o dices. Se trata de un proceso”.

Pero el sacerdote está seguro de una cosa: “Lo importante es el tipo de relación”. Explica que la mayoría de las ONG trabajan con los gitanos como si fueran “clientes”. “Pero no son nuestros clientes, son nuestros hermanos y hermanas. Una organización realizó una encuesta para averiguar qué querían los gitanos, y resultó que no era una educación superior, ni más dinero, ni puestos de trabajo en bancos. Lo que querían eran buenas relaciones en sus familias y comunidades. Y también querían ser aceptados, pertenecer a algún sitio, porque mucha gente no quiere verlos en ningún lado”.

El P. Martin es muy crítico con lo que se ha hecho para “ayudar” a los gitanos: “Durante muchos años hemos intentado cambiarlos, educarlos, hacerlos a nuestra imagen. En cambio, ellos dicen que quieren algo diferente a lo que nosotros hacemos. Así que, tal vez, ya sea hora de que nosotros -los eslovacos- atengamos a razones y esperemos algo diferente de ellos”, dice con firmeza. “Después de todos estos años, deberíamos ayudar menos y comprender más. Deberíamos dejar de ser asistentes, coordinadores o cooperantes para empezar a ser sus amigos”.

De hecho, aunque reconoce que es imposible “alimentar a alguien espiritualmente” cuando lo que necesita es un trozo de pan, afirma que “eso es así, pero en mi caso, desde el primer momento supe que Dios no me llamaba a ser trabajador social. He visto a mucha gente quemada tras realizar un trabajo social y que luego lo ha dejado. Pero yo soy sacerdote, no un trabajador social”.

Formación y trabajo

No resulta sorprendente que el principal instrumento de cambio sean lo que muchos llamarían «pequeñas comunidades», un modelo implantado y desarrollado en Eslovaquia hace décadas por la Iglesia clandestina durante el régimen comunista. Las pequeñas comunidades o grupos se reúnen regularmente, rezan, intercambian experiencias y se educan con ayuda de un sacerdote o un catequista.

“Nada del otro mundo”, dice, “rezamos y enseñamos, pero organizamos todo tipo de actividades para darles la oportunidad de aprovechar sus talentos y potencial: música, teatro, deportes. Es importante que lo hagan todo ellos mismos. Si quiero construir una nueva estación de misión o un lugar de reunión, les pido que lo construyan ellos con mi ayuda”.

Con la vista puesta en la próxima visita pontificia, el P. Martin y su equipo intentan animar a los fieles a acudir y reunirse con el Papa. “Les gusta que el Papa vaya a visitarnos, pero muchos de ellos tienen miedo a vacunarse”. Y es que para asistir a los eventos en Eslovaquia hay que contar con la pauta completa de vacunación frente al Covid-19. Por otro lado, hay muchos romaníes del este de Eslovaquia que quieren contribuir como voluntarios antes o durante la visita del Papa.

“Creo y espero que la visita pontificia al gran asentamiento gitano de Košice [llamado Lunik IX.] tenga un impacto duradero en las relaciones entre los gitanos y el resto de la sociedad. Rezo por que el santo Padre abra los corazones de la gente y ayude a la sociedad a comprender la necesidad de aceptar a nuestros hermanos y hermanas gitanos”.

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