ACN ofrece campamentos y actividades de verano para casi 100.000 niños

ACN.- Casi cien mil niños se benefician este verano de campamentos y otras actividades financiadas por la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN) durante este verano.

Durante muchos años, ACN ha ayudado a las diócesis locales y a las organizaciones cristianas a crear y gestionar campamentos para jóvenes, especialmente aquellos que viven en comunidades extremadamente pobres o en países afectados por conflictos.

Por ejemplo, este año más de 6.000 jóvenes de Ucrania tendrán la oportunidad de asistir a campamentos de verano, retiros o, más adelante, campamentos de invierno lejos de la tragedia diaria de la guerra en curso.

También se están llevando a cabo varios campamentos en Tierra Santa. En ellos tanto 350 jóvenes cristianos de habla árabe, como 100 participantes de habla hebrea podrán tomar un respiro en lo que ha sido un año particularmente dramático para todos, los participantes y los organizadores.

Siria y Líbano son dos de los países donde más campamentos y actividades se están llevando a cabo este verano. En el Líbano participan casi 43.000 niños y niñas y en Siria cerca de 26.000.

Otros países que están organizando actividades para niños y jóvenes este verano son Armenia, Bielorrusia, Bulgaria, Egipto, Georgia, Ghana, India, Kazajistán, Uzbekistán y Venezuela.

Para muchos de los jóvenes involucrados, estos campamentos y actividades son el único descanso real que tienen, ya que a menudo sus familias no pueden permitirse pagar las vacaciones. Los campamentos son también una experiencia formativa donde los niños tienen la oportunidad de rezar juntos y crecer en la fe.

«Como ACN ha podido experimentar durante la larga tradición de apoyo a las actividades juveniles de verano en todo el mundo, el impacto de los campamentos en la vida de los participantes va mucho más allá de lo que podemos imaginar”, dice Marco Mencaglia, director de proyectos de ACN. “La oportunidad de vivir unos días de serenidad en compañía de sacerdotes, animadores y otros jóvenes, compartiendo con alegría la fe común, es a menudo la única oportunidad para mantener la esperanza y tratar de sanar las heridas de su alma en un contexto marcado por la violencia y el odio».