19 diciembre 2025

Ser catequista en las montañas de Panamá. «Difícil pero hermoso»

Jóvenes de una comunidad leyendo la Biblia durante la catequesis. Foto de archivo

Jóvenes de una comunidad leyendo la Biblia durante la catequesis. Foto de archivo

Ser catequista en las montañas de Panamá. «Difícil pero hermoso»

La hermana Deisy Delgado coordina a los catequistas en la diócesis de Colón-Kuna Yala, donde el acceso a las comunidades es muy complicado

ACN.- Millones de personas en todo el mundo viven su fe con una fidelidad sin límites, pero lo hacen en unas condiciones extremas de pobreza, necesidad o persecución. Y hasta estos lugares, los más remotos, muchas veces solo pueden llegar los catequistas.

Por eso, la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN) dedica su campaña de Navidad a los catequistas, bajo el lema «Yo soy apóstol, y tú también». Y es que, gracias a esos apóstoles, a los catequistas, la verdad del Evangelio sigue llegando a todos los rincones del planeta.

Para poner rostro y conocer más de cerca la importancia del papel de los catequistas, ACN ha hablado con la hermana Deysi Delgado. Ella es una religiosa de las Franciscanas de María Inmaculada y lleva a cabo su labor como catequista en Panamá, en la diócesis de Colón-Kuna Yala que abarca una zona indígena.

Se encuentra en una diócesis indígena, que abarca zonas de especial pobreza. ¿Cuál es la realidad concreta que se vive en estos lugares?

La diócesis de Colón-Kuna Yala está ubicada en la provincia de Colón, Panamá, una de las provincias con un índice de pobreza más alto en el país, y también un índice de violencia bastante fuerte. Su cultura es diversa porque tenemos afrodescendientes, personas procedentes de otras provincias, gente campesina e indígenas en una realidad de pobreza bastante grande. La gente que vive en áreas de montaña y áreas de campo son gente muy pobre. Algunos logran tener un trabajito porque algún patrón les da. El valor aquí del día está entre ocho y diez dólares y no hay trabajo todos los días. La diócesis de Colón-Kuna Yala abarca zonas, como decimos, de especial pobreza. 

Usted ayuda a los catequistas a formarse en estas zonas de acceso tan complicado. ¿Cómo consiguen, hermana, llegar a los lugares más remotos? 

Nosotras nos programamos, hacemos nuestro calendario anual y hacemos giras de entre ocho y diez días por área de montaña para visitar así tres o cuatro comunidades. Salimos a nuestra fraternidad, que está ubicada en Río Indio, donde se llega en coche. Pero en Río Indio mismo ya está el río, un río navegable, y allí cogemos un cayuco durante una o dos horas. Nos desembarcamos del bote y vamos a caballo o a pie. La mayoría de las veces a pie, caminando tres o cuatro horas para llegar a una comunidad y formar a los catequistas, visitar a los niños. Tenemos formación con los papás de esos niños, queriendo mantener encendida la llama de la fe. 

Via Crucis en el Vicariato Apostólico de Mitú (Colombia). Foto de archivo

Via Crucis en el Vicariato Apostólico de Mitú (Colombia). Foto de archivo

Muchas veces la pobreza es tal que los niños no disponen tampoco de material básico catequético: Biblias, a veces incluso ni un vestido que ponerse en el día de su primera comunión… Hermana, ¿cómo hacen frente los catequistas todas estas situaciones de tanta necesidad? 

La realidad del material de catequesis sí es bastante difícil, por lo que les contaba, la gente es bastante pobre. El libro de catequesis vale cuatro dólares. Una Biblia aquí está entre veinte y veinticinco dólares. También tienen que tener un catecismo que vale dos dólares. Solicitarle eso a los papás de catequesis, que ya con todo eso suma casi treinta dólares por niño… Porque el libro es un material para trabajarlo en el momento de la catequesis. Tiene dibujos, preguntas, crucigramas para hacer más pedagógica la catequesis. Entonces, eso nos ha sido bastante difícil por la parte económica, porque no todos los niños logran tener el libro durante la catequesis.

Entonces, el catequista tiene que estar dictando y ayudarles a que memoricen muchas cosas, cosa que ya no es pedagógica. Esa parte nos es difícil. También es difícil porque los catequistas, como les he dicho, viven en áreas de montaña, ellos a veces no tienen acceso a una cartulina, no tienen acceso y no tienen la plata para comprarla. O sea, no tienen material para que la catequesis sea más vivencial, más pedagógica, más instructiva. No hay luz en estos lugares, no hay luz. Entonces, tampoco se puede proyectar nada. Esa es la realidad de la catequesis. En torno a eso sí, sí se sufre. Se sufre porque de pronto es memorizar oraciones y así. Sin embargo, los catequistas hacen grandes esfuerzos. En la formación tratamos de darles pedagogía para que tengan herramientas y puedan dar mejor la catequesis. 

¿Cuál es la prioridad de su labor catequética cuando llega a estas comunidades en las que, como nos cuenta, no hay luz ni tienen estos materiales? 

Mons. Celmo Lazzary, obispo de San Miguel de Sucumbios (Ecuador), visita a la comunidad indígena. Foto de archivo

Mons. Celmo Lazzary, obispo de San Miguel de Sucumbios (Ecuador), visita a la comunidad indígena. Foto de archivo

Bueno, la prioridad para mí cuando llego a esos lugares difíciles son los padres de familia con sus hijos. Y la catequista, por supuesto. Por eso trato de brindar una formación integral a los papás de los niños, porque son ellos los pilares fundamentales que tienen diariamente a sus hijos en el hogar. La catequista los ve los sábados y domingos y les da la catequesis. Los domingos es la Celebración de la Palabra. Pero son los papás los que también acompañan esos procesos de fe con sus hijos. Insisto mucho en que oren con sus hijos todos los días, que les hablen mucho de Dios, que oren cuando van a comer, que los bendigan cuando se van para la escuela.

O sea, que esa presencia de Dios no sea solo en el momento de la catequesis, sino que también se viva y se sienta en el hogar. En algunos se logra bastante, en otros pues es menos, porque la fe en algunas personas se va debilitando. A veces se convierte en un rito de sacramento. Pero insistimos bastante en varios, por eso en muchos se logra esto de vivir arraigados a Jesús, a esa presencia de Dios y de la Virgen. Hacemos que la Virgen peregrine en las comunidades, en la familia de los niños de catequesis. Entonces, que se viva la fe y que se sienta.

¿Por qué es tan importante que estas familias escuchen el mensaje del Evangelio? ¿Y qué repercusión tiene en sus vidas?

Sí, para nosotras, con esta misión de la catequesis, es fundamental que los mismos papás sean evangelizados. Entonces tenemos un proceso de cada dos meses le doy un material al catequista, trabajo con él ese material y el catequista forma a los papás. Cada dos meses tiene un encuentro con los papás de esos niños para ir asegurándonos, digamos, que la fe en Jesucristo se está sembrando en la vida de esas familias. Eso es importante. Como lo dije anteriormente, es una prioridad para la catequesis evangelizar, no solo al niño, porque hay papás que dicen: «Vaya usted, que usted es el que va a hacer la comunión». No, el papá debe formarse también. Es importantísimo, porque después de la catequesis ya se pierde todo. Y nosotros queremos asegurarnos que después de la catequesis, la formación cristiana del niño continúa. Y una de las maneras de hacerlo es catequizando a esos papás. 

Además, acá trabajamos por grupos de siete comunidades que conforman un sector. En otra área, otras siete comunidades. Dos veces al año, yo hago un encuentro por sectores. Vienen todos los papás de esos niños. Igual es un día de retiro, un día recreativo, un día de formación cristiana. Y ahí puedo evaluar también y conocer a todos esos papás de esos niños. Y bueno, uno va descubriendo. Yo diría que la repercusión que tiene es ver familias que asisten a la iglesia con sus hijos, familias más humanas, familias más cristianas, familias que viven los valores del Evangelio, comunidades más sanas, comunidades solidarias. Se siente esa presencia de Dios.

Para sacar adelante esta obra catequética, usted recibe ayudas de organizaciones como Ayuda a la Iglesia Necesitada  ¿De qué manera les ha ayudado el apoyo de ACN en su labor?

Bueno, el año pasado nosotras conocimos ACN Internacional, por medio de unas hermanas que viven en Colombia, porque acá no teníamos vehículo. Hicimos el proyecto del vehículo, de un Hilux, porque en el verano se puede tener acceso a varias comunidades. Los tractores cortan un poco el camino y se tiene acceso. En invierno es imposible, eso se llena de lodo y no se puede entrar más que a caballo o a pie. Entonces, solicitamos ese vehículo porque nuestro interés es llegar, eh, con más frecuencia a las comunidades, porque es que se siente la presencia de un sacerdote, de las hermanas… Es muy valorado acá y se siente la diferencia. La gente se alegra, camina, se anima y se fortalece con nuestra presencia. De verdad, nuestra gratitud a ACN, que de manera muy pronta dieron respuesta, nos ayudaron con un porcentaje altísimo para tener ese vehículo y poder evangelizar de una manera, eh, más efectiva y más cercana. 

¿Qué mensaje le gustaría dejar a nuestros oyentes? 

Bueno, quiero agradecer este espacio que se me ofrece a través de la radio. Agradecer a todos los oyentes que colaboran. De verdad, nosotras oramos mucho por todos los bienhechores. Estamos convencidas que, sin su aporte, quizá nuestra misión no se sostiene. Nosotras somos misioneras franciscanas de María Inmaculada. Somos una congregación con casi un ochenta por ciento misioneras en lugares de montaña y de ríos, donde la presencia de un sacerdote es escasa. Entonces sí, necesitamos mucho apoyo. Necesitamos oración también, porque no es fácil, es cansado. Se sienten a veces las dificultades. A veces no se come lo mejor, hay que caminar mucho y el desgaste físico es grande. Las aguas son insalubres porque, bueno, acá hay que tomar agua de la montaña, no hay agua pura, no hay luz. A veces toca dormir en las bancas de la iglesia, porque cuando uno llega a esos lugares, pues no es que hay un cuarto, no es que hay un espacio para que uno descanse bien, a veces toca dormir… Nos ha tocado dormir la mayoría de las capillas en las bancas de la iglesia y hacemos cuna uniendo la banca y bueno, ahí dormimos. 

Es sacrificado el trabajo, pero hermoso, porque anunciar a Jesucristo siempre es maravilloso. Así que nos acompañan con su oración, con sus aportes económicos, haciéndolos llegar a través de ACN, que estoy segura y convencida de que seguirá apoyando esta gran obra que tenemos en esta diócesis de Colón-Kuna Yala. Un abrazo para todos. Bendiciones y oren por las franciscanas de María Inmaculada presentes en Panamá y en muchos países del mundo.

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