Reza esta novena a la Virgen de Fátima del 4 al 12 de mayo

Nuestra Señora de Fátima, ruega por los cristianos que sufren y ruega por nosotros.

¡Oh Santísima Virgen de Fátima, que con tus apariciones has obrado maravillas y conversiones en los corazones de tus hijos! Concédenos la gracia de experimentar tu amor maternal y la transformación espiritual que necesitamos en nuestras vidas. Intercede por nosotros ante tu Hijo Jesucristo, para que podamos vivir según su Voluntad y ser testigos de su Amor y Misericordia en el mundo. Amén.

Únete en oración y reza esta Novena a la Virgen de Fátima

NOVENA A NUESTRA SEÑORA DE FÁTIMA, PATRONA DE AYUDA A LA IGLESIA NECESITADA

Ayuda a la Iglesia Necesitada reconoce a la Virgen de Fátima como su patrona y protectora. Esta Fundación Pontificia fue consagrada, el 14 de septiembre de 1967, a dicha advocación mariana. Nuestra Señora de Fátima es considerada también especial intercesora por la Iglesia perseguida, pues la Virgen de Fátima en sus mensajes pidió rezar por la conversión de Rusia y anunció la gran persecución que se desataría para los cristianos en el mundo, una persecución que ha sido muy fuerte en todo el siglo XX y continúa hoy latente en tantas partes del mundo. Por ello te invitamos a unirte en oración a través de esta Novena.

Si quieres recibir por email la oración de cada día haz click aquí:

En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

OFRECIMIENTO

¡Oh, Dios mío! Yo creo, adoro, espero y te amo. Te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no te aman.
¡Oh, Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo! Te adoro profundamente y te ofrezco el preciosísimo cuerpo, sangre, alma y divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, presente en todos los Sagrarios de la tierra, en reparación de los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con que Él mismo es ofendido; y por los méritos infinitos de su Santísimo Corazón y la intercesión del Inmaculado Corazón de María, te pido la conversión de los pobres pecadores y la salvación de nuestras almas. Amén.

ORACIÓN PREPARATORIA

Santísima Virgen María, Reina del Rosario y Madre de Misericordia, que te dignaste manifestar en Fátima la ternura de tu Inmaculado Corazón trayéndonos mensajes de salvación y de paz. Confiados en vuestra misericordia maternal y agradecidos por las bondades de tu amantísimo Corazón, venimos a tus pies para rendirte el tributo de nuestra veneración y amor. Concédenos las gracias que necesitamos para cumplir fielmente tu mensaje de amor, y la que te pedimos en esta Novena, si ha de ser para mayor gloria de Dios, honra vuestra y provecho de nuestras almas. Así sea.
(Hacer aquí la petición que se desea obtener).

ORACIÓN DE ESTE DÍA

Santísima Virgen María, Madre de los pobres pecadores, que apareciendo en Fátima dejaste transparentar en tu rostro celestial una leve sombra de tristeza para indicar el dolor que te causan los pecados de los hombres, y que con maternal compasión pediste no afligir más a tu Hijo con la culpa y a reparar los pecados con la mortificación y la penitencia. Danos la gracia de un sincero dolor de los pecados cometidos y la resolución generosa de reparar con obras de penitencia y mortificación todas las ofensas que se infieren a tu Divino Hijo y a tu Corazón Inmaculado. Amén.

ORACIÓN FINAL

Oh, Dios, cuyo Unigénito, con su vida, muerte y resurrección nos mereció el premio de la salvación eterna. Te suplicamos nos concedas que, meditando los misterios del Santísimo Rosario de la bienaventurada Virgen María, imitemos los ejemplos que nos enseñan y alcancemos el premio que prometen.
Por el mismo Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

OFRECIMIENTO

¡Oh, Dios mío! Yo creo, adoro, espero y te amo. Te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no te aman.

¡Oh, Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo! Te adoro profundamente y te ofrezco el preciosísimo cuerpo, sangre, alma y divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, presente en todos los Sagrarios de la tierra, en reparación de los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con que Él mismo es ofendido; y por los méritos infinitos de su Santísimo Corazón y la intercesión del Inmaculado Corazón de María, te pido la conversión de los pobres pecadores y la salvación de nuestras almas. Amén.

ORACIÓN PREPARATORIA

Santísima Virgen María, Reina del Rosario y Madre de Misericordia, que te dignaste manifestar en Fátima la ternura de tu Inmaculado Corazón trayéndonos mensajes de salvación y de paz. Confiados en vuestra misericordia maternal y agradecidos por las bondades de tu amantísimo Corazón, venimos a tus pies para rendirte el tributo de nuestra veneración y amor. Concédenos las gracias que necesitamos para cumplir fielmente tu mensaje de amor, y la que te pedimos en esta Novena, si ha de ser para mayor gloria de Dios, honra vuestra y provecho de nuestras almas. Así sea.

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ORACIÓN DE ESTE DÍA

Santísima Virgen María, Madre de la Divina Gracia, que vestida de completa blancura te apareciste a unos pastorcitos sencillos e inocentes, enseñándonos así cuánto debemos amar y procurar la inocencia del alma, que pediste por medio de ellos la enmienda de las costumbres y la santidad de una vida cristiana perfecta. Concédenos misericordiosamente la gracia de saber apreciar la dignidad de nuestra condición de cristianos y de llevar una vida en todo conforme a las promesas bautismales. Amén.

ORACIÓN FINAL

Oh, Dios, cuyo Unigénito, con su vida, muerte y resurrección nos mereció el premio de la salvación eterna. Te suplicamos nos concedas que, meditando los misterios del Santísimo Rosario de la bienaventurada Virgen María, imitemos los ejemplos que nos enseñan y alcancemos el premio que prometen.

Por el mismo Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

OFRECIMIENTO

¡Oh, Dios mío! Yo creo, adoro, espero y te amo. Te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no te aman.

¡Oh, Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo! Te adoro profundamente y te ofrezco el preciosísimo cuerpo, sangre, alma y divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, presente en todos los Sagrarios de la tierra, en reparación de los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con que Él mismo es ofendido; y por los méritos infinitos de su Santísimo Corazón y la intercesión del Inmaculado Corazón de María, te pido la conversión de los pobres pecadores y la salvación de nuestras almas. Amén.

ORACIÓN PREPARATORIA

Santísima Virgen María, Reina del Rosario y Madre de Misericordia, que te dignaste manifestar en Fátima la ternura de tu Inmaculado Corazón trayéndonos mensajes de salvación y de paz. Confiados en vuestra misericordia maternal y agradecidos por las bondades de tu amantísimo Corazón, venimos a tus pies para rendirte el tributo de nuestra veneración y amor. Concédenos las gracias que necesitamos para cumplir fielmente tu mensaje de amor, y la que te pedimos en esta Novena, si ha de ser para mayor gloria de Dios, honra vuestra y provecho de nuestras almas. Así sea.

(Hacer aquí la petición que se desea obtener).

ORACIÓN DE ESTE DÍA

Santísima Virgen María, vaso insigne de devoción, que te apareciste en Fátima llevando en tus manos el Santo Rosario, y que insistentemente repetías: “Oren, oren mucho”, para alejar por medio de la oración los males que nos amenazan. Concédenos el don y el espíritu de oración, la gracia de ser fieles en el cumplimiento del gran precepto de orar, haciéndolo todos los días, para así poder observar bien los santos mandamientos, vencer las tentaciones y llegar al conocimiento y amor de Jesucristo en esta vida, y a la unión feliz con Él en la otra. Amén.

ORACIÓN FINAL

Oh, Dios, cuyo Unigénito, con su vida, muerte y resurrección nos mereció el premio de la salvación eterna. Te suplicamos nos concedas que, meditando los misterios del Santísimo Rosario de la bienaventurada Virgen María, imitemos los ejemplos que nos enseñan y alcancemos el premio que prometen.

Por el mismo Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

OFRECIMIENTO

¡Oh, Dios mío! Yo creo, adoro, espero y te amo. Te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no te aman.

¡Oh, Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo! Te adoro profundamente y te ofrezco el preciosísimo cuerpo, sangre, alma y divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, presente en todos los Sagrarios de la tierra, en reparación de los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con que Él mismo es ofendido; y por los méritos infinitos de su Santísimo Corazón y la intercesión del Inmaculado Corazón de María, te pido la conversión de los pobres pecadores y la salvación de nuestras almas. Amén.

ORACIÓN PREPARATORIA

Santísima Virgen María, Reina del Rosario y Madre de Misericordia, que te dignaste manifestar en Fátima la ternura de tu Inmaculado Corazón trayéndonos mensajes de salvación y de paz. Confiados en vuestra misericordia maternal y agradecidos por las bondades de tu amantísimo Corazón, venimos a tus pies para rendirte el tributo de nuestra veneración y amor. Concédenos las gracias que necesitamos para cumplir fielmente tu mensaje de amor, y la que te pedimos en esta Novena, si ha de ser para mayor gloria de Dios, honra vuestra y provecho de nuestras almas. Así sea.

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ORACIÓN DE ESTE DÍA

Santísima Virgen María, Reina de la Iglesia, que invitaste a los pastorcitos de Fátima a rogar por el Papa, e infundiste en sus almas sencillas una gran veneración y amor hacia él, como Vicario de vuestro Hijo y su representante en la tierra. Infunde también a nosotros el espíritu de veneración y docilidad hacia la autoridad del Romano Pontífice, de adhesión inquebrantable a sus enseñanzas, y en él y con él un gran amor y respeto a todos los ministros de la Santa Iglesia, por medio de los cuales participamos la vida de la gracia en los sacramentos. Amén.

ORACIÓN FINAL

Oh, Dios, cuyo Unigénito, con su vida, muerte y resurrección nos mereció el premio de la salvación eterna. Te suplicamos nos concedas que, meditando los misterios del Santísimo Rosario de la bienaventurada Virgen María, imitemos los ejemplos que nos enseñan y alcancemos el premio que prometen.

Por el mismo Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

OFRECIMIENTO

¡Oh, Dios mío! Yo creo, adoro, espero y te amo. Te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no te aman.

¡Oh, Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo! Te adoro profundamente y te ofrezco el preciosísimo cuerpo, sangre, alma y divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, presente en todos los Sagrarios de la tierra, en reparación de los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con que Él mismo es ofendido; y por los méritos infinitos de su Santísimo Corazón y la intercesión del Inmaculado Corazón de María, te pido la conversión de los pobres pecadores y la salvación de nuestras almas. Amén.

ORACIÓN PREPARATORIA

Santísima Virgen María, Reina del Rosario y Madre de Misericordia, que te dignaste manifestar en Fátima la ternura de tu Inmaculado Corazón trayéndonos mensajes de salvación y de paz. Confiados en vuestra misericordia maternal y agradecidos por las bondades de tu amantísimo Corazón, venimos a tus pies para rendirte el tributo de nuestra veneración y amor. Concédenos las gracias que necesitamos para cumplir fielmente tu mensaje de amor, y la que te pedimos en esta Novena, si ha de ser para mayor gloria de Dios, honra vuestra y provecho de nuestras almas. Así sea.

(Hacer aquí la petición que se desea obtener).

ORACIÓN DE ESTE DÍA

Santísima Virgen María, salud de los enfermos y consoladora de los afligidos, que movida por el ruego de los pastorcitos obraste ya curaciones en tus apariciones en Fátima, y has convertido este lugar, santificado por tu presencia, en oficina de tus misericordias maternales en favor de todos los afligidos. A tu Corazón maternal acudimos llenos de filial confianza, mostrando las enfermedades de nuestras almas y todas las aflicciones y dolencias de nuestra vida. Danos sobre ellas una mirada de compasión y remédialas con la ternura de tus manos, para que así podamos servirte y amarte con todo nuestro corazón y con todo nuestro ser. Amén.

ORACIÓN FINAL

Oh, Dios, cuyo Unigénito, con su vida, muerte y resurrección nos mereció el premio de la salvación eterna. Te suplicamos nos concedas que, meditando los misterios del Santísimo Rosario de la bienaventurada Virgen María, imitemos los ejemplos que nos enseñan y alcancemos el premio que prometen.

Por el mismo Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

OFRECIMIENTO

¡Oh, Dios mío! Yo creo, adoro, espero y te amo. Te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no te aman.

¡Oh, Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo! Te adoro profundamente y te ofrezco el preciosísimo cuerpo, sangre, alma y divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, presente en todos los Sagrarios de la tierra, en reparación de los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con que Él mismo es ofendido; y por los méritos infinitos de su Santísimo Corazón y la intercesión del Inmaculado Corazón de María, te pido la conversión de los pobres pecadores y la salvación de nuestras almas. Amén.

ORACIÓN PREPARATORIA

Santísima Virgen María, Reina del Rosario y Madre de Misericordia, que te dignaste manifestar en Fátima la ternura de tu Inmaculado Corazón trayéndonos mensajes de salvación y de paz. Confiados en vuestra misericordia maternal y agradecidos por las bondades de tu amantísimo Corazón, venimos a tus pies para rendirte el tributo de nuestra veneración y amor. Concédenos las gracias que necesitamos para cumplir fielmente tu mensaje de amor, y la que te pedimos en esta Novena, si ha de ser para mayor gloria de Dios, honra vuestra y provecho de nuestras almas. Así sea.

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ORACIÓN DE ESTE DÍA

Santísima Virgen María, refugio de los pecadores, que enseñaste a los pastorcitos de Fátima a rogar incesantemente al Señor para que ellos no caigan en las penas eternas del infierno, y que manifestaste que los pecados de la carne son los que más almas arrastran a aquellas terribles llamas. Infunde en nuestras almas un gran horror al pecado y el temor santo de la Justicia Divina, y al mismo tiempo despierta en ellas la compasión por la suerte de los pobres pecadores y un santo celo para trabajar con nuestras oraciones, ejemplos y palabras por su conversión. Amén.

ORACIÓN FINAL

Oh, Dios, cuyo Unigénito, con su vida, muerte y resurrección nos mereció el premio de la salvación eterna. Te suplicamos nos concedas que, meditando los misterios del Santísimo Rosario de la bienaventurada Virgen María, imitemos los ejemplos que nos enseñan y alcancemos el premio que prometen.

Por el mismo Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

OFRECIMIENTO

¡Oh, Dios mío! Yo creo, adoro, espero y te amo. Te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no te aman.

¡Oh, Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo! Te adoro profundamente y te ofrezco el preciosísimo cuerpo, sangre, alma y divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, presente en todos los Sagrarios de la tierra, en reparación de los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con que Él mismo es ofendido; y por los méritos infinitos de su Santísimo Corazón y la intercesión del Inmaculado Corazón de María, te pido la conversión de los pobres pecadores y la salvación de nuestras almas. Amén.

ORACIÓN PREPARATORIA

Santísima Virgen María, Reina del Rosario y Madre de Misericordia, que te dignaste manifestar en Fátima la ternura de tu Inmaculado Corazón trayéndonos mensajes de salvación y de paz. Confiados en vuestra misericordia maternal y agradecidos por las bondades de tu amantísimo Corazón, venimos a tus pies para rendirte el tributo de nuestra veneración y amor. Concédenos las gracias que necesitamos para cumplir fielmente tu mensaje de amor, y la que te pedimos en esta Novena, si ha de ser para mayor gloria de Dios, honra vuestra y provecho de nuestras almas. Así sea.

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ORACIÓN DE ESTE DÍA

Santísima Virgen María, Reina del purgatorio, que enseñaste a los pastorcitos de Fátima a rogar a Dios por las almas del purgatorio, especialmente por las más abandonadas. Encomendamos a la inagotable ternura de tu maternal Corazón todas las almas que padecen en aquel lugar de purificación, en particular las de todos nuestros allegados y familiares y las más abandonadas y necesitadas; alivia sus penas y llévalas pronto a la región de la luz y de la paz, para cantar allí perpetuamente tus misericordias. Amén.

ORACIÓN FINAL

Oh, Dios, cuyo Unigénito, con su vida, muerte y resurrección nos mereció el premio de la salvación eterna. Te suplicamos nos concedas que, meditando los misterios del Santísimo Rosario de la bienaventurada Virgen María, imitemos los ejemplos que nos enseñan y alcancemos el premio que prometen.

Por el mismo Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

OFRECIMIENTO

¡Oh, Dios mío! Yo creo, adoro, espero y te amo. Te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no te aman.

¡Oh, Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo! Te adoro profundamente y te ofrezco el preciosísimo cuerpo, sangre, alma y divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, presente en todos los Sagrarios de la tierra, en reparación de los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con que Él mismo es ofendido; y por los méritos infinitos de su Santísimo Corazón y la intercesión del Inmaculado Corazón de María, te pido la conversión de los pobres pecadores y la salvación de nuestras almas. Amén.

ORACIÓN PREPARATORIA

Santísima Virgen María, Reina del Rosario y Madre de Misericordia, que te dignaste manifestar en Fátima la ternura de tu Inmaculado Corazón trayéndonos mensajes de salvación y de paz. Confiados en vuestra misericordia maternal y agradecidos por las bondades de tu amantísimo Corazón, venimos a tus pies para rendirte el tributo de nuestra veneración y amor. Concédenos las gracias que necesitamos para cumplir fielmente tu mensaje de amor, y la que te pedimos en esta Novena, si ha de ser para mayor gloria de Dios, honra vuestra y provecho de nuestras almas. Así sea.

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ORACIÓN DE ESTE DÍA

Santísima Virgen María, que en tu última aparición te diste a conocer como la Reina del Santísimo Rosario, y en todas ellas recomendaste el rezo de esta devoción como el remedio más seguro y eficaz para todos los males y calamidades que nos afligen, tanto del alma como del cuerpo. Infunde en nuestras almas una profunda estima de los misterios de nuestra redención que se conmemoran en el rezo del Rosario, para así vivir siempre de sus frutos. Concédenos la gracia de ser siempre fieles a la práctica de rezarlo diariamente para honrarte, acompañando tus gozos, dolores, luces y glorias, y así merecer tu maternal protección y asistencia en todos los momentos de la vida, pero especialmente en la hora de la muerte. Amén.

ORACIÓN FINAL

Oh, Dios, cuyo Unigénito, con su vida, muerte y resurrección nos mereció el premio de la salvación eterna. Te suplicamos nos concedas que, meditando los misterios del Santísimo Rosario de la bienaventurada Virgen María, imitemos los ejemplos que nos enseñan y alcancemos el premio que prometen.

Por el mismo Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo. Amén.

OFRECIMIENTO

¡Oh, Dios mío! Yo creo, adoro, espero y te amo. Te pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no te aman.

¡Oh, Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo! Te adoro profundamente y te ofrezco el preciosísimo cuerpo, sangre, alma y divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, presente en todos los Sagrarios de la tierra, en reparación de los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con que Él mismo es ofendido; y por los méritos infinitos de su Santísimo Corazón y la intercesión del Inmaculado Corazón de María, te pido la conversión de los pobres pecadores y la salvación de nuestras almas. Amén.

ORACIÓN PREPARATORIA

Santísima Virgen María, Reina del Rosario y Madre de Misericordia, que te dignaste manifestar en Fátima la ternura de tu Inmaculado Corazón trayéndonos mensajes de salvación y de paz. Confiados en vuestra misericordia maternal y agradecidos por las bondades de tu amantísimo Corazón, venimos a tus pies para rendirte el tributo de nuestra veneración y amor. Concédenos las gracias que necesitamos para cumplir fielmente tu mensaje de amor, y la que te pedimos en esta Novena, si ha de ser para mayor gloria de Dios, honra vuestra y provecho de nuestras almas. Así sea.

(Hacer aquí la petición que se desea obtener).

ORACIÓN DE ESTE DÍA

Santísima Virgen María, Madre nuestra dulcísima, que escogiste a los pastorcitos de Fátima para mostrar al mundo las ternuras de tu Corazón misericordioso, y les propusiste la devoción al mismo como el medio con el cual Dios quiere dar la paz al mundo, como el camino para llevar las almas a Dios, y como una prenda suprema de salvación. Haz, Corazón de la más tierna de las madres, que sepamos comprender tu mensaje de amor y de misericordia, que lo abracemos con filial adhesión y que lo practiquemos siempre con fervor; y así sea tu Corazón nuestro refugio, nuestro consuelo y el camino que nos conduzca al amor y a la unión con tu Hijo Jesús. Amén.

ORACIÓN FINAL

Oh, Dios, cuyo Unigénito, con su vida, muerte y resurrección nos mereció el premio de la salvación eterna. Te suplicamos nos concedas que, meditando los misterios del Santísimo Rosario de la bienaventurada Virgen María, imitemos los ejemplos que nos enseñan y alcancemos el premio que prometen.

Por el mismo Jesucristo Nuestro Señor. Amén.

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» Por qué rezar esta novena a la Virgen de Fátima

La devoción a la Virgen de Fátima trae consigo una poderosa tradición de intercesión y protección. En un mundo marcado por desafíos y persecuciones, la Madre de Dios nos ofrece su amparo y fortaleza. Rezar esta novena es una oportunidad para acercarnos a su divina gracia, buscar su protección y encontrar consuelo en momentos de dificultad. La Virgen de Fátima, en sus mensajes, nos invita a la conversión, a la oración ferviente y a la confianza en su maternal intercesión. En estos tiempos turbulentos, recurrir a la Virgen de Fátima es una fuente de esperanza y renovación espiritual.

La fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN) reconoce a la Virgen de Fátima como su patrona y protectora. Casi desde sus orígenes, esta institución fue consagrada, el 14 de septiembre de 1967, a dicha advocación mariana. Nuestra Señora de Fátima es considerada también como especial intercesora por la Iglesia perseguida, pues la Virgen de Fátima en sus mensajes pidió rezar por la conversión de Rusia y anunció la gran persecución que se desataría para los cristianos en el mundo, una persecución que ha sido muy fuerte en todo el siglo XX y continúa hoy latente en tantas partes del mundo. Conoce más sobre esta vinculación »

Origen de esta advocación mariana a la Virgen de Fátima

Nuestra Señora de Fátima es la advocación con que se venera a la Virgen María a partir de las apariciones marianas a tres niños pastores en Fátima, Portugal. Allí Nuestra Señora pidió a los tres niños que rezaran el Rosario todos los días por el fin de la guerra.Aunque se suele hablar de la “aparición” de la Virgen de Fátima, en realidad fueron seis las veces en que María Santísima se apareció a los tres pastorcitos en 1917.

Aparición a los pastorcitos

Lucía y sus primos Francisco y Jacinta Marto vivían en el pueblo de Aljustrel, en Fátima, y trabajaban como pastores de los rebaños de sus familias. El 13 de mayo de 1917 los tres niños vieron una aparición de la Virgen María que les dijo, entre otras cosas, que regresaría durante los próximos seis meses todos los días 13 a la misma hora. María Santísima también reveló a los niños, en la segunda aparición, que Francisco y Jacinta morirían pronto y que Lucía sobreviviría para dar testimonio de las apariciones. En la tercera aparición de la Virgen, el 13 de julio, a Lucía se le revela el secreto de Fátima. Según los informes, se puso pálida y gritó de miedo llamando a la Virgen por su nombre. Hubo un trueno y la visión terminó.

Foto: Los tres pastorcitos de Fátima: Lucía dos Santos (izquierda de la fotografía), y sus primos, Francisco Marto (centro) y Jacinta Marto (derecha).

Foto: Personas mirando al sol el 13 de octubre de 1917. Autor: Judah Ruah, fotógrafo del diario O Seculo y publicada por Ilustração Portugueza el 29 de octubre de 1917

El día 13 de agosto, en que debía darse la cuarta aparición, los niños no llegaron a Cova de Iria pues fueron retenidos por el administrador de Ourém. Así, el encuentro con la Virgen ocurrió el 19 de agosto en un lugar llamado Valinhos. Los niños volvieron a ver a la Virgen el 13 de septiembre en Cova de Iria.

En la sexta y última aparición, el 13 de octubre, ante miles de peregrinos que llegaron a Fátima, se produjo el denominado ‘Milagro del sol’, en el que luego de la aparición de la Virgen a los pastorcitos, se pudo ver al sol temblar en una especie de ‘danza’, según los centenares de testimonios.

Una pandemia de gripe española barrió Europa en 1918 y mató a cerca de 20 millones de personas. Francisco y Jacinta contrajeron la enfermedad ese año y fallecieron en 1919 y 1920, respectivamente. Por su parte, Lucía entró en el convento de las Hermanas Doroteas.

El 13 de junio de 1929, en la capilla del convento en Tuy (España), Lucía tuvo otra experiencia mística en la que vio a la Santísima Trinidad y a la Virgen María. Nuestra Señora le dijo: “Ha llegado el momento en que Dios le pide al Santo Padre, en unión con todos los obispos del mundo, hacer la consagración de Rusia a mi Inmaculado Corazón, prometiendo salvarla por este medio”.

El 13 de octubre de 1930, el Obispo de Leiria (ahora Leiria-Fátima) proclamó las apariciones de Fátima como auténticas y “dignas de fe”.

La causa de la beatificación de los hermanos Marto se abrió en la diócesis de Leiria en 1952. Francisco y Jacinta fueron beatificados el 13 de mayo de 2000 por Juan Pablo II y  fueron canonizados por el Papa Francisco el 13 de mayo de 2017. Lucía de Jesús Rosa dos Santos, Carmelitas Descalza, falleció en 2005 a los 95 años y en 2008 se abrió su proceso de beatificación.

El 13 de mayo de 1967, Pablo VI fue en peregrinación a Fátima. Lo mismo hizo Juan Pablo II en 1982, 1991 y 2000; para este Santo Padre fue la Virgen de Fátima quien le salvó la vida en el ataque del 13 de mayo de 1981. Benedicto XVI estuvo en Fátima en 2010, y Francisco peregrinó allí en el centenario de las apariciones, en mayo de 2017.

El mensaje de Fátima

El mensaje principal de las apariciones está relacionado con los tres secretos, o más bien con una revelación de tres partes que la Virgen hizo a los niños pastores en la aparición del 13 de julio. Lucía, que se convirtió en monja, escribió las dos primeras partes en sus memorias, la tercera, escrita el 3 de enero de 1944, la entregó en un sobre sellado al obispo de Leiria, un sobre que luego se entregó en 1957 al archivo secreto del Santo Oficio y cuyo contenido fue revelado en el año 2000.

En la primera parte del secreto, la Hermana Lucía cuenta que la Virgen mostró a los tres niños pastores la visión del infierno: “un gran mar de fuego que parecía estar debajo de la tierra. Sumergidos en ese fuego, los demonios y las almas, como si fuesen brasas transparentes y negras o bronceadas, con forma humana que fluctuaban en el incendio, llevadas por las llamas que de ellas mismas salían, juntamente con nubes de humo que caían hacia todos los lados, parecidas al caer de las pavesas en los grandes incendios, sin equilibrio ni peso, entre gritos de dolor y gemidos de desesperación que horrorizaba y hacía estremecer de pavor. Los demonios se distinguían por sus formas horribles de animales espantosos y desconocidos, pero transparentes y negros”.

Papa Francisco en Fátima en el 100 aniversario de las apariciones-01

Papa Francisco en Fátima en el 100 aniversario de las apariciones (2017)

La segunda parte contiene estas palabras de María: “Vieron el infierno a donde van las almas de los pobres pecadores; para salvarlas, Dios quiere establecer en el mundo la devoción a mi Inmaculado Corazón. Si se hace lo que les voy a decir, se salvarán muchas almas y tendrán paz. La guerra pronto terminará. Pero si no dejan de ofender a Dios… comenzará otra peor… Para impedirla, vendré a pedir la consagración de Rusia a mi Inmaculado Corazón y la Comunión reparadora de los Primeros Sábados. Si se atienden mis deseos, Rusia se convertirá y habrá paz; si no, esparcirá sus errores por el mundo, promoviendo guerras y persecuciones a la Iglesia. Los buenos serán martirizados y el Santo Padre tendrá mucho que sufrir… Por fin mi Inmaculado Corazón triunfará…”.

La tercera parte del secreto la cuenta así la Hermana Lucía: “…vimos al lado izquierdo de Nuestra Señora un poco más en lo alto a un Ángel con una espada de fuego en la mano izquierda; centelleando emitía llamas que parecía iban a incendiar el mundo; pero se apagaban al contacto con el esplendor que Nuestra Señora irradiaba con su mano derecha dirigida hacia él; el Ángel señalando la tierra con su mano derecha, dijo con fuerte voz: ¡Penitencia, Penitencia, Penitencia! Y vimos… a un obispo vestido de blanco… También a otros obispos, sacerdotes, religiosos y religiosas subir una montaña empinada, en cuya cumbre había una gran Cruz de maderos toscos… el Santo Padre, antes de llegar a ella, atravesó una gran ciudad medio en ruinas y medio tembloroso con paso vacilante… rezando por las almas de los cadáveres que encontraba por el camino; llegado a la cima del monte, postrado de rodillas a los pies de la gran Cruz fue muerto por un grupo de soldados…”

Al respecto de esta tercera parte del secreto, el entonces Cardenal Ratzinger, luego Benedicto XVI, aconsejó a los fieles que no lo interpretaran como un evento futuro, y comentó: “La profecía en el sentido bíblico no significa únicamente predecir el futuro, sino explicar la voluntad de Dios para el presente, lo cual muestra el recto camino hacia el futuro… La visión habla más bien de los peligros y del camino para salvarse de los mismos”.

Por otra parte, y como eje central de su mensaje, Nuestra Señora de Fátima exhorta de manera urgente a que los fieles recen todos los días por la salvación de los pecadores de todo el mundo. Esta petición de la Santísima Virgen María nos desafía –independientemente de la situación de oración en nuestra vida actual- a hacerlo de manera más profunda, más frecuente y con más devoción.

Este nuevo énfasis puede ser distinto para cada persona y puede incluir factores como adoptar nuevas prácticas de devoción, comprometerse a orar de manera más atenta, o incluso, a aumentar la frecuencia de los momentos que se dedican al Señor y a la Virgen María.

» La promesa de los cinco primeros sábados de mes

Los sábados son tradicionalmente dedicados a la Virgen. Desde muy antiguo la Santa Iglesia, ha considerado el sábado un día dedicado a intensificar la devoción cristiana a la Santísima Virgen.

Mucha gente consagraba el primer sábado del mes a la Virgen para reparar por las blasfemias y ultrajes en contra de ella por parte de los pecadores y de los herejes. El Papa San Pío X, el 12 de julio de 1905 emitió un decreto en el que alababa esta práctica y ofrecía indulgencias por ella.

En Fátima, la Virgen le dijo a Lucía:

“con el fin de prevenir la guerra, vendré para pedir la consagración de Rusia a mi Inmaculado Corazón y la comunión reparadora en los primeros sábados de mes”.

La promesa de que habría una manifestación futura concerniente a la práctica de los Cinco Primeros Sábados, dicha por Nuestra Señora a Lucía el 13 de julio de 1917, fue cumplida el 10 de diciembre de 1925.

Lucía era postulante en el Convento de las Doroteas en Pontevedra, España, cuando tuvo una aparición de la Virgen sobre una nube de luz, con el Niño Jesús a su lado. La Santísima Virgen puso su mano sobre el hombro de Lucía, mientras en la otra sostenía su corazón rodeado de espinas. El Niño le dijo: “Ten compasión del Corazón de tu Santísima Madre. Está cercado de las espinas que los hombres ingratos le clavan a cada momento, y no hay nadie que haga un acto de reparación para sacárselas”.

Inmediatamente, Nuestra Señora dijo a Lucía: “Mira, hija mía, mi Corazón cercado de espinas que los hombres ingratos me clavan sin cesar con blasfemias e ingratitudes. Tú, al menos, procura consolarme y di que a todos los que, durante cinco meses, en el primer sábado, se confiesen, reciban la Sagrada Comunión, recen el Rosario y me hagan compañía durante 15 minutos, meditando en los misterios del Rosario con el fin de desagraviarme, les prometo asistirlos en la hora de la muerte con las gracias necesarias para su salvación.

» Icono Ruso de la Virgen de Fátima

La historia de Rusia está muy vinculada a la Virgen de Fátima: la Revolución Bolchevique y los males que trajo al mundo el marxismo fueron anunciados por Nuestra Señora en 1917. Alejandro Burgos, sacerdote español misionero en Rusia, es párroco y atiende a los católicos de rito bizantino. Es el impulsor de la realización del icono de la Virgen de Fátima, en este país de mayoría ortodoxa y cuna del comunismo soviético.

El icono copia en estilo bizantino la imagen de Fátima que hay en Coimbra, con un Corazón rodeado de espinas. En el icono, el Corazón está representado por un medallón que lleva la Virgen en el centro, donde está escrito en eslavo antiguo la palabra serdtse, que quiere decir corazón. Además, a la izquierda están escritas las palabras toboiu edinstvo, que significan “en Ti, la unidad”, y que invitan a rezar ante el icono a todos, ortodoxos y católicos, pues la Madre de Dios nos ama a todos. Conoce la vinculación de la Virgen de Fátima y ACN aquí »

Desde ACN encomendamos a la Virgen de Fátima la unidad entre católicos y ortodoxos, con esta oración:

 “Oh, Madre de Dios de Fátima, que con tu maternal mensaje nos invitas a participar libremente en la salvación de los hombres mediante el rezo del Santo Rosario, el ofrecimiento de obras de penitencia y la consagración de nuestras vidas a tu Inmaculado Corazón, comunícanos como a los pastorcillos la gracia que es el mismo Dios, y haz que iluminados por el esplendor de esa divina gracia colaboremos en la conversión a la fe de los pueblos de Rusia, busquemos la unidad de todos ellos en una sola Iglesia y esperemos el triunfo de tu Inmaculado Corazón en esta tierra que te ha sido especialmente confiada. Te lo pedimos acudiendo por tu intercesión a la de Nuestro Señor Jesucristo, Único Mediador, que con el Padre y el Espíritu Santo son un solo Señor, un solo Dios, y una sola y Beatísima Trinidad. Amén.”