» TESTIMONIO

Aniversario de los asesinatos de los mártires coptos de Libia

Tenían entre 23 y 47 años. Habían emigrado de Egipto a la ciudad de Sirte, en el oeste de Libia, en busca de trabajo. Fueron secuestrados por terroristas islámicos del DAESH, el 31 de diciembre de 2014, unos, y otros el 3 de enero de 2015. Su ejecución fue el 15 de febrero de 2015.

“El 3 de enero vino gente armada que llevaba pasamontañas. Llamaron a todas las casas, nos llamaron por nuestros nombres, se llevaron a todos los que les abrieron la puerta. Teníamos mucho miedo de que nos llevaran. Si hubiéramos sabido que morirían como mártires también nos habríamos ido con ellos. No merecemos tan alta recompensa de Dios”. Asegura, Isjak Majram, compañero de trabajo de los secuestrados.

El único delito de los secuestrados: ser cristianos y no querer convertirse al Islam. Por esta razón fueron llevados el 15 de febrero a una playa de la provincia de Trípoli para ser decapitados. El crimen fue grabado en vídeo por los terroristas con el objetivo de mostrar al mundo el horror de su fanatismo.

Desde 2014, el DAESH quiso instaurar un califato en Siria e Irak. Su objetivo siempre ha sido el exterminio de todas las minorías religiosas en Oriente Medio. El Parlamento Europeo, la Cámara de Representantes de Estados Unidos, la de Australia y la Cámara de los Comunes del Reino Unido, entre otros organismos, han reconocido como genocidio las matanzas y la persecución de las minorías religiosas en Oriente Medio

Cuando la cámara de vídeo enfoca a uno de los jóvenes arrodillados, Gaber Mounir Adly Saad, se puede leer en sus labios el susurro de estas palabras: “Ya Rabbi Yasou” (“Oh, mi Señor Jesús”). En los últimos minutos, justo antes de ser decapitados, se escucha  a varios de los cristianos pronunciar la palabra “Yasou”, que significa Jesús.

“Al igual que en la pasión de los primeros mártires, se han confiado en las manos de Aquel que poco después los iba a recibir. Y así han celebrado su victoria, la victoria que ningún asesino les podrá arrebatar.»

Ese nombre susurrado en el último momento es como el sello de su martirio”. Mons. Antonios Aziz Mina, obispo copto católico de Giuzeh (Egipto).
Sus familiares han encontrado la alegría tras la muerte de sus seres queridos a través del perdón.

“Yo conocía anteriormente la frase de que ‘Dios es padre de huérfanos y defensor de viudas’ (Salmo 68,5), pero siempre me pareció rara esta cita de la Biblia. Y ahora entiendo su significado. Le doy gracias a Dios por el hecho de que muriera en nombre de Cristo. Mis hijos estarán muy orgullosos de su padre”, decía Ibtisem, viuda de Samuel Elahom.

“Quiero que sepan que estoy orgullosa de mi padre. No sólo por mí o por mi familia, sino porque ha honrado a toda la Iglesia. Estamos muy orgullosos porque no renegó de su fe y eso es algo maravilloso. Además, nosotros rezamos por los asesinos que mataron a mi padre, para que se conviertan”, declaró Ingry, la hija de 14 años de Tawadrous Yossef.

En la lista que la Iglesia copta publicó con los nombres de sus mártires sólo había 20 personas. El decapitado número 21 no era copto ni cristiano. Fue reconocido en el vídeo por un amigo, era natural de Ghana y fue a Libia para buscar trabajo. Su nombre era Mathew Ayariga. Convivió y trabajó con el grupo de cristianos hasta dar la vida por el mismo Dios de todos ellos.

Cuando los terroristas le preguntaron si rechazaba a Jesús, a pesar de saber que iba a ser asesinado, dijo sin ambages: “Su Dios es mi Dios”.  Mathew confesó a Cristo con su sangre.

Los cristianos perseguidos de Irak, los millones de víctimas de la guerra en Siria y los refugiados de estos países en los vecinos Líbano y Jordania son prioridad para Ayuda a la Iglesia Necesitada en los últimos años.

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