» TESTIMONIO

Akash Bashir: «Moriré, pero no te dejaré entrar en la iglesia»

› El joven, vigilante voluntario en su parroquia, sacrificó su vida para evitar la muerte de decenas de fieles

Al menos veinte personas murieron y ochenta resultaron heridas a raíz de las dos explosiones suicidas en las misas de dos iglesias el 15 de marzo de 2015 en Youhanabad. Youhanabad es el barrio cristiano de Lahore, capital de la provincia pakistaní de Punjab. El P. Francis Gulzar, vicario general de la archidiócesis de Lahore, anunció el inicio del proceso de beatificación de Akash en el primer aniversario del ataque terrorista.

“Nos mudamos a Youhanabad en 2008. En noviembre de 2014, Akash se unió al grupo de voluntarios que velaban por la seguridad de nuestra iglesia”, cuenta la madre de Akash. Todas las confesiones estaban reclutando a jóvenes tras el atentado suicida de 2013 contra la iglesia de Todos los Santos de la ciudad de Peshawar.

“Solíamos ver a los manifestantes que pedían justicia para las víctimas del atentado contra la iglesia de Peshawar, Akash solía hablar de ello con sus amigos e insistió durante tres meses en que quería ayudar a vigilar la iglesia. Estaba dispuesto a sacrificar su vida si Dios le daba la oportunidad de proteger a terceros”, agrega la madre.

Akash murió en la Cuaresma e iba vestido todo de blanco. Su madre recuerda que escuchó disparos y que retumbaron las explosiones. En ese momento, recordó que había oído hablar a mujeres de las amenazas de muerte dirigidas contra la escuela de la Iglesia de Cristo [anglicana]. Los estudiantes solían hablar de las cartas amenazantes que encontraban en el buzón.

Las calles estaban llenas de gente. Al oír la segunda explosión, la señora corrió con su hijo menor hacia la iglesia católica.

“Busqué a Akash entre los chicos que estaban cerca de la puerta de la iglesia,  entonces lo vi tirado en la tierra. Su brazo derecho estaba casi arrancado. No podía creer lo que veía”, añade.

Los policías de guardia habían estado viendo un partido de cricket de la Copa Mundial. Se suponía que Akash iba a controlar a los visitantes en una barrera a cierta distancia de la iglesia, pero él insistió en colocarse a la puerta de la iglesia. ‘Moriré, pero no te dejaré entrar en la iglesia’ esas fueron sus últimas palabras, dirigidas al terrorista suicida. Esas palabras están ahora inscritas en las pancartas de la conmemoración anual de su muerte.

Arsalan, el hermano menor de Akash, se ha unido al equipo de seguridad de la iglesia para reemplazar a su hermano. Sus padres no se lo han impedido, pues no quieren evitar que sus hijos sirvan a la Iglesia. La madre cuenta que las iglesias están ahora aún más llenas los domingos y el número de voluntarios para velar por la seguridad ha aumentado. La comunidad está ahora más unida y los clérigos a menudo visitan las iglesias de las demás confesiones como parte de programas interreligiosos.

“El movimiento en pos del proceso de beatificación de Akash se ha retrasado debido a la pandemia, pero un sacerdote salesiano está escribiendo un libro sobre él”, cuenta la madre.

“Akash era parte de mi corazón, pero, no obstante, nuestra felicidad es mayor que nuestra pena pues no murió de una adicción a las drogas o por un accidente. Era un simple muchacho que murió en el camino del Señor y salvó al sacerdote y a los feligreses. Akash ya es nuestro santo”, concluye su madre.

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