» TESTIMONIO

La Iglesia católica en Pakistán libera a los cristianos de la esclavitud

Los cristianos de Hyderabad están atrapados en la miseria y la servidumbre. Solo hay algo que puedes sacarles de esta rueda, al menos a los más pequeños y a las generaciones venideras: la educación. Descubre la labor ingente que está llevando a cabo la Iglesia católica allí y quiénes son los “ángeles” que están moviendo los hilos…

Un equipo de Ayuda a la Iglesia Necesitada acompaña al obispo católico de Hyderabad, Mons. Samson Shukardin, en una visita a la zona afectada por las inundaciones de agosto de 2022. Es temprano por la mañana y el termómetro marca 32 grados centígrados. En pleno verano supera los 50 grados. Hombres, mujeres y niños, principalmente cristianos e hindúes, trabajan allí bajo un calor tórrido y un régimen de servidumbre medieval. Cultivan las tierras de grandes terratenientes. Si la cosecha es buena, entregan la mitad al propietario y con la otra mitad sobreviven, abonan sus deudas y compran semillas para el siguiente año. Si una cosecha fracasa, los trabajadores pierden su parte y además tienen que reembolsar al terrateniente el beneficio esperado. Si no pueden pagar, tienen que quedarse y realizar trabajos para el señor. La realidad es que la mayoría están atrapados por las deudas de por vida. Y por si fuera poco para ellos, la catástrofe de las inundaciones intensificó la miseria entre esta gente.

La Iglesia católica en Pakistán, y en Hyderabad en particular, “acude a las periferias” y lleva a cabo su tarea más urgente: liberar a los cristianos de la esclavitud y darles esperanza. Veero Akhiani es catequista. Visita  periódicamente a las familias en sus aldeas, enseña a los niños y reza con la gente. “Cuando se produjo la inundación, todas las casas quedaron destruidas y los aldeanos tuvieron que refugiarse entre los muros de hormigón de los canales”, dice Akhiani. “Les proporcionamos alimentos y medicinas”.

Pero el regalo más importante, afirma, es la educación. “Los que van a la escuela luego encuentran trabajo en las ciudades”, explica Mons. Shukardin. “Así, al menos, los niños salen del círculo vicioso de la pobreza”. La educación escolar es la tarea pastoral prioritaria. Las clases se imparten a menudo al aire libre, porque muchos terratenientes no dejan construir escuelas porque ven la educación como una amenaza para su medio de vida.

En un pequeño pueblo sin nombre donde no hay ni electricidad, un terrateniente ha aprobado la construcción de una “escuela”: una choza de 50 metros cuadrados donde se hacinan 70 niños sentados en taburetes de plástico. La Iglesia ha instalado allí unas sencillas lámparas solares y se hace cargo también de pagar al maestro. Gracias a los benefactores de ACN, la Iglesia puede además alimentar a las familias del pueblo y ha hecho posible que reciban atención médica.

Nos encontramos con Yousaf, su esposa Haniya y sus siete hijos de entre cinco y doce años.

“Hemos trabajado duro pero no hemos conseguido nada”, lamenta Yousaf en voz baja. “Pero tenemos comida y nuestros hijos vivirán mejor que nosotros algún día. Gracias a la escuela, gracias a los profesores, gracias a vosotros. Sois los ángeles de nuestras vidas”.

Los profesores en Hyderabad se desplazan de aldea en aldea, pero ésta es una solución provisional. La diócesis está construyendo internados católicos, como el que ya existe en Tando Allahyar que significa “la ciudad bendecida por Dios”. Haciendo honor a este nombre, allí se respira un ambiente muy esperanzador. Tarja tiene siete años; es una niña educada y algo tímida.

”De mayor me gustaría ser piloto de caza en las Fuerzas Aéreas de Pakistán”, dice. Mons. Shukardin comenta sonriendo: “Los cristianos amamos a nuestro país, pero sólo somos un 2% de la población. Sería bueno que más cristianos ocuparan puestos importantes en el ejército, la policía y la administración”. Tarja asiente. Hará todo lo posible para conseguirlo.

Sin el apoyo de los benefactores de Ayuda a la Iglesia Necesitada el internado de Tando Allahyar no podría seguir existiendo. “La inflación en el país es muy alta; los precios de los alimentos se han duplicado en un año. Los padres de los niños casi nunca pueden pagar las tasas escolares y dependen de becas”, dice Mons. Shukardin. ACN contribuye al mantenimiento del edificio y a la construcción de nuevas instalaciones porque cada vez hay más demanda de plazas por parte de las familias cristianas. Gracias, de corazón, a los “ángeles” humanos que lo hacéis posible.

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