» TESTIMONIO
Padre Alphonsus Afina: “Dios me salvó de morir en manos de Boko Haram”
El padre Alphonsus Afina, de la diócesis de Maiduguri (Nigeria), fue secuestrado por un grupo yihadista mientras viajaba a un taller pastoral. Estuvo 51 días cautivo, sufrió palizas y fue testigo de la muerte de uno de sus compañeros. Hoy agradece a Dios haber sobrevivido.

El 1 de junio de 2025, el padre Alphonsus Afina, sacerdote de la Diócesis Católica de Maiduguri, Nigeria, viajaba con otros dos compañeros a un taller de formación pastoral. Nunca imaginaron que ese trayecto terminaría en un violento secuestro por parte de un grupo yihadista.
“Estábamos a unas tres horas de camino, justo después de pasar un puesto militar en Limankara, cuando nuestro coche pisó un artefacto explosivo. Segundos después empezaron los disparos. Hombres armados salieron de entre los arbustos y nos atacaron”.
El padre Alphonsus abandonó su vehículo y corrió en dirección contraria, hacia el último control militar. Otros coches de transporte público también fueron abandonados. Pasajeros y conductores huían en todas direcciones. Algunos intentaron dar la vuelta, pero quedaron atrapados entre el fuego cruzado de los soldados y los atacantes.
“Unos hombres armados en moto me alcanzaron, me apuntaron con un arma y me ordenaron detenerme. Me quitaron los dos teléfonos, el reloj, el dinero que llevaba y me obligaron a subir a la moto. Me llevaron de vuelta a mi coche, que ya había sido saqueado”.
Los secuestradores se llevaron sus pertenencias: ropa, objetos personales, tres ordenadores portátiles, discos duros, router, el Misal Romano y la caja con los elementos para celebrar misa.
Golpeado y llevado al monte Gwoza
Una vez en el vehículo, comenzaron a golpearle. “Me abrieron la ceja. Me sangraba la cara, el ojo se me hinchó y estuvo supurando durante semanas”, cuenta.
Fue transportado con otros cautivos —hombres, mujeres y jóvenes— al pie de la montaña Gwoza, en una zona controlada por el grupo yihadista Jama’at Ahl al Sunna li Da’awa wal Jihad (una facción de Boko Haram). Durante el trayecto, los atacantes siguieron intercambiando disparos con el ejército.
“Desde el bombardeo, ya no puedo dormir”
Tres semanas después de su secuestro, el ejército lanzó una ofensiva aérea con artillería contra la zona. “Desde entonces tengo miedo constante a ser alcanzado por una bomba. Me cuesta dormir. Todavía es así mientras escribo esto”.
El 21 de julio, tras 51 días de cautiverio, el padre Alphonsus fue liberado y regresó a Maiduguri. Fue ingresado inmediatamente para ser tratado de varias lesiones e infecciones. El golpe en el ojo le obliga a usar gafas hasta que pueda ser operado.
A pesar de la violencia sufrida, el padre Alphonsus asegura que sintió la fuerza de las oraciones: “Estoy profundamente agradecido a todos los que rezaron por mí. Lo sentí, de verdad. Las oraciones hicieron efecto incluso en cómo me trataron los secuestradores”.
También agradece a sus compañeros de la diócesis, a la Iglesia en Alaska, a amigos de todo el mundo y a todos los que intervinieron para conseguir su liberación. “Sobre todo, le doy gracias a Dios. Estoy vivo. Eso ya es un milagro”.
