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Sacerdotes sobre ruedas: esperanza en medio de la inseguridad en Burkina Faso
En el norte de Burkina Faso, donde el terrorismo y la pobreza amenazan la vida diaria, diez sacerdotes han recibido nuevas motocicletas gracias a la ayuda de ACN. Estas motos no solo les devuelven movilidad, sino que les permiten llevar los sacramentos, la formación y la esperanza a las comunidades más aisladas.

Llegar donde otros no llegan
En la diócesis de Ouahigouya, en el norte de Burkina Faso, viven más de 130.000 católicos, la mayoría niños y adolescentes. La región sufre los efectos de la pobreza extrema, la inseguridad alimentaria y los ataques terroristas que han desplazado a cientos de miles de personas, incluidas las familias de muchos catequistas.
Para seis sacerdotes recién ordenados y otros cuatro que habían perdido sus motocicletas en atentados, la ayuda de los benefactores de ACN fue una verdadera respuesta a sus oraciones: con sus nuevas motos pueden volver a recorrer los caminos de tierra que los llevan a comunidades lejanas, celebrar misa, formar catequistas y visitar a los desplazados.
“Con esta nueva motocicleta, puedo llegar a las aldeas para celebrar la Eucaristía y visitar a los ancianos y enfermos para llevarles la Comunión o administrarles la Unción. Esta motocicleta me permite demostrar mi cercanía pastoral a mis hermanos y hermanas en Cristo», cuenta el padre Pierre.
Mantener viva la presencia de la Iglesia
Cada una de estas motocicletas es mucho más que un medio de transporte: es la certeza de que, incluso en medio de la violencia, los pastores no abandonan a su rebaño. Gracias a esta ayuda, las comunidades más aisladas sienten que la Iglesia sigue a su lado.
“Soy uno de los afortunados beneficiarios de su apoyo y debo confesar que esta motocicleta es muy útil para mi misión… me permite llegar más fácilmente a los fieles dispersos en zonas remotas y responder con diligencia a las necesidades pastorales. Gracias a vuestro apoyo podemos ahora recorrer distancias que antes eran difíciles, acercando aún más a Cristo a su pueblo», explica emocionado el padre Marius.
