ACN.- En su primera bendición Urbi et Orbi desde su elección como Papa, hace casi ocho meses, León XIV volvió a recordar a las víctimas del sufrimiento en el mundo. El Pontífice centró su mensaje de Navidad en la paz y la reconciliación entre los pueblos.

En referencia a su reciente primer viaje apostólico, el Papa se dirigió especialmente a los cristianos de Oriente Medio. «He escuchado sus temores y conozco bien su sentimiento de impotencia ante dinámicas de poder que los superan», afirmó, al tiempo que pidió «justicia, paz y estabilidad para el Líbano, Palestina, Israel y Siria».

Asimismo, encomendó la paz de Europa, con especial atención a la situación en Ucrania, para que «cese el estruendo de las armas y las partes implicadas, con el apoyo de la comunidad internacional, encuentren el valor para dialogar de manera sincera, directa y respetuosa».

Durante su mensaje, el Santo Padre lamentó el sufrimiento de millones de personas víctimas de las guerras en curso, la injusticia y la migración forzosa, y recordó de manera especial a quienes padecen persecución por motivos religiosos.

«Al Niño de Belén imploramos paz y consuelo para las víctimas de todas las guerras que se libran en el mundo, especialmente aquellas olvidadas; y para quienes sufren a causa de la injusticia, la inestabilidad política, la persecución religiosa y el terrorismo», señaló. 

En este contexto, mencionó de forma particular a Sudán, Sudán del Sur, Malí, Burkina Faso y la República Democrática del Congo.

En la recta final del Año Jubilar, León XIV recordó también otros territorios marcados por la violencia y el crimen organizado. «En estos últimos días del Jubileo de la Esperanza, pidamos al Dios hecho hombre por el querido pueblo de Haití, para que cese toda forma de violencia en el país y pueda avanzar por el camino de la paz y la reconciliación», expresó.

El Papa pidió igualmente por Myanmar, solicitando que «el Príncipe de la Paz ilumine al pueblo birmano con un futuro de reconciliación, devuelva la esperanza a las generaciones jóvenes y acompañe a quienes viven sin hogar, sin seguridad y sin confianza en el mañana».

Finalmente, volvió a referirse a la situación humanitaria en la Franja de Gaza y a otras poblaciones afectadas por la guerra y la pobreza. «Al hacerse hombre, Jesús asume nuestra fragilidad y se identifica con quienes ya no tienen nada y lo han perdido todo, como los habitantes de Gaza; con quienes padecen hambre y pobreza, como el pueblo yemení; y con quienes huyen de su tierra en busca de un futuro en otra parte, como tantos refugiados», concluyó.