» TESTIMONIO
“Vuestra ayuda nos permite seguir acompañando a una de las comunidades más pequeñas de Europa”

En Albania, donde los católicos representan una pequeña minoría, la labor de los sacerdotes es ardua y profundamente entregada. La diócesis de Lezhe, en el norte del país, cuenta con 19 sacerdotes que viven de la Providencia y del apoyo generoso de los benefactores de Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN), que les llega a través de los estipendios de Misa. Gracias a estos estipendios, los sacerdotes pueden continuar con su labor pastoral y mantener viva la fe en comunidades pequeñas y dispersas.
Los estipendios de Misa no solo sostienen sus necesidades básicas, sino que también fortalecen su misión evangelizadora y la esperanza de los fieles que dependen de su presencia.
Uno de ellos es el padre Ariel Antonio. Él expresa su gratitud y agradece sinceramente la generosidad, tanto espiritual como material, de todos los benefactores de ACN. En ese gesto ve cumplida la promesa de Jesús a sus discípulos, según la cual quien deja casa, hermanos, padre, madre, hijos o tierras por su nombre recibirá abundantes recompensas (cf. Mt 19,29). Además, recuerda también que Dios ama a quien da con alegría, y que esa actitud de entrega enriquece de verdad a quien la practica, permitiéndole seguir siendo generoso y provocando acciones de gracias a Dios por lo que se hace (cf. 2 Cor 9,7.11).

Gracias a tu ayuda, la Iglesia puede seguir presente en las periferias
Tu ayuda sostiene a sacerdotes que lo dan todo por comunidades pequeñas y olvidadas. Con cada estipendio de Misa, les ayudas a seguir celebrando los sacramentos, formando a los jóvenes y sosteniendo la vida de fe en lugares donde la Iglesia sobrevive con gran dificultad.
Los estipendios de Misa son una forma concreta y profundamente espiritual de acompañar su entrega diaria. Gracias a ellos, los sacerdotes pueden continuar su misión pastoral y llevar esperanza allí donde más se necesita.
Ellos pueden así seguir entregándose a las comunidades más pequeñas y aisladas, donde a menudo solo se escucha una voz: la del sacerdote que, con sencillez, lleva el consuelo del Evangelio.
