» TESTIMONIO

La Iglesia en Ucrania, volcada en formarse para sanar a personas tan heridas en el alma

P. Oleh Salomon: “La ayuda de los sacerdotes y diáconos suele ser mejor aceptada”

La formación de sacerdotes, religiosas, laicos y seminaristas está siendo fundamental para la sanación de los traumas derivados de la guerra en la población. En Lviv se está llevando a cabo un programa de formación que ya han recibido más de 100 personas, y que resulta imprescindible para consolar y dar esperanza a quienes no encuentran respuesta a tanto sufrimiento.

El P. Oleh Salomon conoce como pocos los traumas de los soldados. Es psicólogo de formación, fue rector del Seminario de San José en Lviv y capellán militar y en estos momentos es responsable de un programa de formación en curación de traumas.

“El trato de un sacerdote o un diácono suele ser mucho mejor aceptado”, comenta el P. Oleh.

Más de 100 personas ya han recibido esta valiosísima formación desde el comienzo de la guerra y ahora están preparadas para reconocer y tratar el trastorno de estrés postraumático, a nivel parroquial. Dependiendo de la personalidad, el trauma puede expresarse en forma de miedos, altos niveles de agresión, depresión o sentimientos de culpa.

Esta formación se aplica a los que se quedaron atrás, a los refugiados que lo han perdido todo, pero también a los soldados que regresan, que a menudo eligen el alcohol como método de supervivencia, porque consultar a un psiquiatra todavía está estigmatizado, especialmente entre los hombres.

Este sacerdote supervisa, además, la creación de más clínicas e instituciones para el tratamiento de los trastornos de estrés postraumático. También ayuda a otros sacerdotes y hermanas a recibir formación psicológica y coopera a nivel ecuménico con otras Iglesias para garantizar que se proporcione ayuda en todos los ámbitos.

Sanar las heridas de la guerra se ha convertido en una prioridad para la Iglesia. Para ayudar espiritual y psicológicamente a las personas y poder sostenerlas, es necesario formar a sacerdotes, religiosos y laicos comprometidos. En 2023, gracias a personas como tú, ACN financió la formación de 1.021 personas. 

La formación para atender los traumas de la guerra es fundamental en los seminarios, donde se preparan los futuros sacerdotes de la Iglesia en Ucrania. 

El joven Petro está en su sexto año en el Seminario Católico Romano de San José en Lviv-Bryukovichi. Tiene 27 años y proviene de una familia católica, con una sólida base de fe. Petro quiere compartir contigo cómo vivió el comienzo de la guerra: “Fue una verdadera prueba de fuego. Al principio nos quedamos completamente horrorizados cuando escuchamos la noticia de la invasión rusa, y nos encerramos en la capilla a orar”.

Aquel febrero de 2022, miles de refugiados buscaron cobijo en los terrenos del seminario de San José. “Entonces vimos a los primeros desplazados y los primeros cohetes dispararon sobre nuestras cabezas. Luego la mayoría se dirigió hacia la frontera polaca. Hasta ahora, la guerra era algo que sólo conocía por los libros. Recuerdo una familia, padre, madre y dos hijos… El padre vino a nosotros a mediados de febrero vestido sólo con pantalones cortos y una camiseta. La familia ni siquiera 

había conseguido llevarse un cepillo de dientes. Un poco más tarde se enteraron de que su casa había sido destruida y que ya no quedaba nada que salvar. Te sientes muy impotente en esta situación”. Petro ha tenido que hacerse cargo de los desplazados. La formación que ha recibido gracias a la ayuda de personas generosas como tú, le capacita para ello. Los benefactores de ACN han/habéis apoyado a más de 584 seminaristas en 2022 y a 544, en 2023, ayudándoles con su formación o con sus gastos de manutención diaria. 

“¿Cómo llegar a corazones que no perdonan?”

Ihor también está en el seminario católico romano de San José en Lviv-Bryokovychi. Debido a una enfermedad congénita de movilidad, el seminarista de 31 años debe someterse constantemente a complejas operaciones. Cuando estalló la guerra, iba camino de Polonia para una nueva operación.

“Solo llegué hasta la frontera. Lo que vi allí fue indescriptiblemente horrible. Todo estaba bloqueado por refugiados de Jarkov, que esperaban desesperadamente una salida. Muchos pasaron a sus hijos a través de la valla fronteriza a cualquiera, para ponerlos a salvo. Fue desgarrador. Tuve que volver al seminario sin haber logrado mi objetivo. Ese fue el comienzo de una época difícil. Pero aún más difícil fue la época en Polonia. Unos meses más tarde pude operarme, pero todo el tiempo estuve preocupado por mi familia y mis compañeros seminaristas”.

Ihor recuerda a una mujer de Jerson que llegó al seminario, como desplazada, con sus dos nietos. Los tres habían aguantado durante cuatro días en el sótano de su casa, mientras los soldados rusos ocupaban los pisos sobre sus cabezas. Uno de los dos niños, de ocho años, se puso completamente gris en ese momento. La mujer no puede perdonar a su hermana por no ayudarles a escapar, a pesar de que tenía coche. La falta de perdón y “¿cómo puede Dios permitirlo?” son los temas más comunes a los que Ihor tiene que hacer frente cada día.

Te invitamos a rezar por los desplazados y por quienes les cuidan y les consuelan, que encuentren las palabras adecuadas para devolver la esperanza y la capacidad de perdonar a quienes les han hecho tanto daño. Y por la paz en Ucrania.

La Iglesia en Ucrania te necesita para sanar a una población traumatizada

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