P. Kakule, en R.D. del Congo: amar hasta el extremo
A las 21:30 horas del 25 de febrero de 2015, tras un ajetreado día, el P. Jean Paul Kakule se disponía a cerrar la parroquia hasta el día siguiente, cuando descubrió a unos hombres armados que se habían escondido dentro. Al intentar persuadirles de que debían irse, dispararon y alcanzaron al P. Kalule en la cabeza y el abdomen, provocando que muriera al instante a sus 33 años. Con la misma edad que Cristo, el Padre Kakule murió dando su vida por amor a sus hermanos y a su parroquia.
Jean Paul era un joven más de la localidad de Vitchumbi, en el territorio de Rutshuru, en la provincia de Kivu Norte, al este de la República Democrática del Congo. Solo en esta zona del este del país, había en 2013 unos veinte grupos militarizados diferentes. En ese contexto, Jean Paul sintió la llamada del Señor. Responderle no debió de ser una decisión fácil. Como decía el obispo de Goma, diócesis de la que formaba parte Kakule:
“La simple presencia de clérigos en la región supone una fuente de irritación para los criminales”.
Tras su ordenación, el P. Kakule fue vicario en la parroquia de Kabasha, en Kanyabayonga, y tesorero en la parroquia de Mweso, donde el sacerdote congolés fue asesinado tan solo dos años después de su ordenación.
El P. Kakule no es el único mártir en la República Democrática del Congo. Desde 1992, la Iglesia católica ha sufrido la pérdida de 10 sacerdotes y 6 religiosas a manos de grupos militarizados. En noviembre de 2014, otro sacerdote de esta misma parroquia había escapado por muy poco de la muerte y, aún hoy, no hay noticias de los tres religiosos asuncionistas secuestrados a finales de 2012.
Cuatro años después, quizás hoy cobren más sentido las palabras del Papa Francisco a los refugiados y desplazados del campo de Bangui, en República Centroafricana en noviembre de 2015, pocos meses después de que el Padre Kakule fuera asesinado, un mártir del siglo XXI:
“Podéis vivir en paz cualquiera que sea la etnia, la cultura, la religión, el estado social, pero todos en paz, porque todos somos hermanos (…) La paz, sin amor, sin amistad, sin tolerancia y sin perdón, no es posible.”