P. Paolo Maria Braghini: cuando vivir la fe y transmitirla es una aventura

Cuando este fraile capuchino llegó en 2005 a la aldea de Belém do Solimões se encontró con una parroquia abandonada desde hacía quince años. Poco a poco y con la ayuda de los benefactores de Ayuda a la Iglesia Necesitada, ha puesto en marcha actividades pastorales y la evangelización de 72 comunidades indígenas. Llegar a ellas río arriba o atravesando la selva es realmente un desafío para lograr que el Evangelio dé fruto en la inmensidad amazónica.

Caía la noche, en la Amazonía brasileña, cuando el P. Paolo Maria Braghini regresaba a su misión, en una pequeña barca, después de comprar provisiones en la ciudad. Una nube oscureció rápidamente el cielo y desató una fuerte tormenta. Además una gran embarcación apareció en el río y la ola que provocó en su proa, hizo zozobrar a la pequeña embarcación de fray Braghini. El fraile y el indígena ticuna que lo acompañaba fueron arrastrados por la corriente. En la oscuridad y bajo la lluvia, lograron con gran esfuerzo nadar hasta la orilla del río. Una vez en tierra, sufrieron una invasión de mosquitos, hormigas y otros insectos. Caminaron durante más de una hora hasta que se encontraron con una comunidad indígena que los acogió. “Sobrevivir fue una bendición de Dios; hay casos de personas que se hunden y mueren porque las corrientes son torrenciales”, recuerda el capuchino.

El P. Paolo María llegón en 2005 de Italia a la parroquia de San Francisco de Asís con sede en la aldea de Belém do Solimões, casi en la triple frontera entre Brasil, Colombia y Perú. El misionero, que atiende a 72 comunidades indígenas distribuidas a las orillas de pequeños ríos, ha esquivado caimanes, ha estado cubierto de hormigas de fuego; en una ocasión tuvo que auxiliar a una mujer que había sido atacada por una jararaca (serpiente venenosa), y en muchas ocasiones ha tenido que hacer frente a la avería de su barca.

“Los accidentes e imprevistos forman parte de nuestra vida. Una vez me llevé un buen susto con un caimán enorme: cuando pasamos por su lado pensamos que era un árbol derribado por un temporal, pero cuando nos acercamos abrió los ojos justo a nuestro lado. Casi se me sale el corazón por la boca”, recuerda el fraile.

El primer sacerdote que celebra un bautizo

Fray Braghini cuenta que “cuando al principio llegamos a Belém do Solimões, nos encontramos con una parroquia abandonada desde hacía quince años. No había párroco ni presencia religiosa, la fe la mantenían viva algunos laicos. En algunas comunidades, fui el primer sacerdote que celebraba un bautizo. Además, había mucha violencia, alcoholismo y suicidios entre los jóvenes, percibimos cómo pedían a gritos ayuda y oportunidades. Iniciamos pequeñas actividades como cursos de música, de guitarra, de carpintería y de costura y, poco a poco, surgieron nuevas actividades pastorales y la evangelización cobró fuerza”.

Una gran ayuda para anunciar el Evangelio

Toda la misión de fray Braghini hubiera sido menos vigorosa sin la ayuda de ACN, que desde la década de 1970 viene apoyando a la Iglesia en la Amazonía. Además de traducir la Biblia del Niño a la lengua ticuna, esta fundación pontificia ha proporcionado a la misión capuchina cuatro canoas motorizadas. “Con la ayuda de ACN hemos podido atender a más comunidades de creyentes, pues trabajamos con misioneros indígenas. Cada comunidad está a un día de viaje en barco. Nosotros ofrecemos una canoa de madera y un motor a cada grupo de misioneros, cada uno a cargo de una o dos comunidades, gracias a eso reciben al menos una visita al mes”, explica el misionero.

La etnia más numerosa de la Amazonía brasileña

Entre las diversas tribus indígenas atendidas por los capuchinos, los ticuna son la etnia más numerosa de la región -hay unos 40.000 en la Amazonía brasileña- y las semillas del Evangelio que germinan en la inmensidad amazónica ya están dando frutos: en las comunidades de Belém dos Solimões se celebra Misa en lengua ticuna todos los domingos, hay catequesis e incluso pastoral del diezmo. Allí, también vive el primer diácono ticuna y en el seminario se forman otras vocaciones indígenas. “Creo que nuestra gran fortaleza siempre ha sido creer en ellos, saber que son ellos los que realmente pueden y deben ser los líderes, los pastores de su pueblo con su lengua y su hermosa cultura. Ellos sienten y perciben que creemos en ellos, que los queremos y valoramos”, afirma fray Braghini.

Fray Braghini se muestra muy agradecido a los benefactores de ACN que han hecho posibles la Biblia del Niño en ticuna, las lanchas motoras, el combustible para los desplazamientos e incluso las cestas de alimentos durante el periodo más crítico de la pandemia del Coronavirus.

“¡Mil gracias! Gracias en nombre de cada indígena que se ha beneficiado de vuestra ayuda, de tantas aldeas que visitamos con nuestros misioneros, de tantos niños (aquí hay un mundo de niños), de muchas mujeres, padres de familia y jóvenes. Gracias de corazón, de parte de todos ellos y también de nuestra parte. Estamos aquí tratando de escuchar la voz de Dios, que clama por la voz del pueblo. Os pedimos también vuestras oraciones, pues ser misionero en estas tierras no es fácil. Los desafíos son numerosos, grandes y diarios. Recen por todos nosotros, por los misioneros y misioneras de la Amazonía y de todo el mundo”, pide el fraile capuchino.

Tú puedes lograr que el Evangelio llegue hasta el último rincón

Ayúdanos compartiendo este testimonio en tus redes sociales

Comparte esta página

Ayúdanos compartiendo este testimonio en tus redes sociales

Para estar al día de noticias, proyectos, testimonios, campañas de oración, eventos