Misioneras de la Caridad, asesinadas en Yemen

El 4 de marzo de 2016, un ataque terrorista contra el convento de las MIsioneras de la Caridad en Adén, Yemen, se saldó con la muerte de 16 personas, entre ellas 4 religiosas: Judith (41 años), Margarita (44), Reginette (33) y Anselm (60). Una quinta hermana sobrevivió y hoy puede contarlo.

Como cada mañana, después de recibir la Eucaristía, las Misioneras de la Caridad en Adén daban el desayuno a los ancianos del asilo que regentaban. A las 8:30 horas, unos hombres encapuchados entraron en la residencia, mataron al guardia de seguridad, al conductor, a las cuatro religiosas, dos de ellas ruandesas, una india y la cuarta, keniata, así como a varios ancianos residentes de los que se ocupaban las hermanas. El sacerdote indio Tom Uzhunnalil, que también residía en el convento, fue secuestrado por los terroristas de Daesh y sufrió un largo cautiverio hasta ser liberado en septiembre de 2017.

Una quinta religiosa, la Hna. Sally, salvó su vida, pues al escuchar los disparos, se escondió en la cámara frigorífica del convento. Los terroristas entraron en la cámara hasta en cuatro ocasiones y sin embargo no la encontraron. Un milagro provocó que sobreviviera al ataque y hoy pueda contar la historia de estas cuatro mártires, víctimas de “odio contra nuestra fe”, como declaró Mons. Paul Hinder, vicario apostólico de Arabia del Sur.

Yemen, de inmensa mayoría musulmana y donde los católicos son menos de 4.000 personas, vive inmersa en una guerra civil entre la guerrilla chiita de los hutíes y el gobierno sunita, apoyado por una coalición encabezada por Arabia Saudita.
En una carta escrita por las religiosas en junio de 2015 a sus hermanas en Roma, manifestaban:

“Cada vez que los bombardeos se hacen pesados nos arrodillamos delante del Santísimo expuesto, implorando a Jesús misericordioso que nos proteja a nosotras y a nuestros pobres, y que conceda la paz a esta nación.
Mientras la guerra continúa nos encontramos calculando cuánta comida podrá ser suficiente. ¿Cómo haremos para saciar mañana a nuestros pobres?
Los bombardeos continúan, los disparos son de todos lados y tenemos harina solo para hoy. Con confianza amorosa y abandono total, corremos las cinco hacia nuestra casa de acogida. Nos refugiamos a veces bajo los árboles, pensando que esta es la mano de Dios que nos protege. Y después corremos de nuevo velozmente para alcanzar a nuestros pobres que nos esperan serenos. Muchos son ancianos, algunos no ven, otros con discapacidad física o mental. Rápido iniciamos nuestro trabajo limpiando, lavando, cocinando, utilizando los últimos sacos de harina y las últimas botellas de aceite, precisamente como la historia del Profeta Elías y la viuda. Dios nunca se deja ganar en generosidad, siempre y cuando nos quedemos con él y sus pobres. Cuando los bombardeos son pesados, nos escondemos debajo de las escaleras, las cinco siempre unidas. Vivimos juntas, morimos junto con Jesús, María y nuestra Madre”.

Quien entra a formar parte de la congregación de las Misioneras de la Caridad, además de los tres votos de pobreza, castidad y obediencia, debe hacer un voto muy especial: servicio libre y de todo corazón a los más pobres de entre los pobres. Sin barreras, ni medidas, promete que su vida va a estar dedicada a los más pobres por Amor. Así vivieron y murieron las hermanas Judith, Margarita, Reginette y Anselm, dando su vida por amor a los más pobres, hasta el último momento y “de todo corazón”.
El Papa Francisco dijo a raíz de aquel atentado: “Si un día sucediera esta persecución aquí, que el Señor nos dé la gracia del coraje y del testimonio que tuvieron estos cristianos mártires”.

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