Shahbaz Bhatti, ministro católico en Pakistán, mártir de la paz y la libertad
El 2 de marzo de 2011, cuando Shahbaz Bhatti salía de su casa en Islamabad, camino de su despacho ministerial, dos vehículos bloquearon el paso de su coche y tres islamistas radicales abrieron fuego, asesinándolo en el acto. Era católico y ministro de las Minorías de Pakistán.
Sahbaz Bhatti nació en una familia católica de clase media, en la ciudad de Lahore. Desde joven, por sus fuertes principios y su posterior titulación como abogado, se volcaba en la defensa de los derechos de todos los ciudadanos. Tras largos años ejerciendo como defensor de causas contra miembros de minorías religiosas, el presidente paquistaní Ali Asif Zardari le nombró ministro de las Minorías de Pakistán en 2008.
Cuando aquel 2 de marzo de 2011, se dirigía desde su casa a su trabajo, tres islamistas radicales le dispararon a bocajarro. Junto a su cuerpo ya muerto en el suelo, dejaron unos panfletos firmados por el grupo terrorista “Taliban al-Qaida Punjab”, donde se referían a Bhatti como un “cristiano infiel”. La vida de los cristianos en Pakistán no es nada fácil. Son una minoría, solo el 2% de la población, en uno de los países donde el radicalismo islámico más ha crecido en los últimos años. Los cristianos ocupan los puestos más bajos de la sociedad y muchos de ellos son trabajadores muy pobres, que desempeñan empleos de servidumbre, como fabricación de ladrillos, servicios domésticos y jornaleros. Son el objetivo fácil de los grupos islamistas y yihadistas que operan en el país.
En 2016, cinco años después de su muerte, los obispos de Pakistán anunciaron el inicio de las investigaciones para la apertura de la causa de beatificación de este mártir de nuestro tiempo, ministro cristiano, ciudadano ejemplar, luchador por la paz y la libertad religiosa en Pakistán. Bhatti recibió numerosas amenazas telefónicas de muerte y se emitieron hasta cinco fatuas pidiendo su cabeza por parte de líderes musulmanes radicales. Pero nunca se rindió. Él mismo explicó en un video, pocos días antes de su muerte:
“Me han propuesto altos cargos de gobierno y se me ha pedido que abandone mi batalla, pero yo siempre lo he rechazado, incluso poniendo en peligro mi vida. Mi respuesta siempre ha sido la misma: «No, yo quiero servir a Jesús como un hombre normal».
Este amor me hace feliz. No quiero popularidad, no quiero posiciones de poder. Sólo quiero un lugar a los pies de Jesús. Quiero que mi vida, mi carácter, mis acciones hablen por mí y digan que estoy siguiendo a Jesucristo. Este deseo es tan fuerte en mí que me consideraría un privilegio el que, en este esfuerzo y en esta batalla por ayudar a los necesitados, a los pobres, a los cristianos perseguidos de Pakistán, Jesús quisiera aceptar el sacrificio de mi vida. Quiero vivir por Cristo y quiero morir por él. No siento miedo alguno en este país.
Muchas veces los extremistas han tratado de asesinarme o de encarcelarme; me han amenazado, perseguido y han aterrorizado a mi familia. Los extremistas, hace unos años, pidieron incluso a mis padres, a mi madre y a mi padre, que me convencieran para que no continúe con mi misión de ayuda a los cristianos y los necesitados, pues de lo contrario me perderían. Pero mi padre siempre me ha alentado. Yo digo que, mientras viva, hasta el último aliento, seguiré sirviendo a Jesús y a esta humanidad pobre, que sufre, a los cristianos, a los necesitados, a los pobres.
Quiero deciros que me inspira mucho la Sagrada Biblia y la vida de Jesucristo. Cuanto más leo el Nuevo Testamento, los versículos de la Biblia y la palabra del Señor, más se reafirman mi fuerza y mi determinación. Cuando reflexiono en el hecho de que Jesucristo lo sacrificó todo, que Dios envió a su mismo Hijo para redimirnos y salvarnos, me pregunto cómo puedo seguir el camino del Calvario. Nuestro Señor dijo: «Ven conmigo, carga tu cruz, y sígueme». Los pasajes que más me gustan de la Biblia dicen: «Tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; era forastero, y me acogisteis; estaba desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a verme». De este modo, cuando veo a personas pobres y necesitadas, pienso que detrás de sus rasgos se encuentra Jesús, que me sale al paso.
Por este motivo, siempre trato de ayudar, junto con mis colegas, para llevar asistencia a los necesitados, a los que tienen hambre y sed”.
El Papa Francisco dijo de él: “Me alegra saber que hoy Sahbaz Bhatti es amado y estimado por muchos en Pakistán y que su sacrificio está dando frutos de esperanza. Que el testimonio de Shahbaz Bhatti, y de tantos otros mártires de nuestro tiempo, valga para reflejar la fe humilde y valiente en el Señor Jesús y la capacidad de colocar amor donde hay odio”.