Líbano vive un nuevo éxodo cristiano, a pesar de las buenas condiciones de libertad y derechos
Unos 77.000 libaneses se marcharon en 2021, la mayoría de ellos jóvenes cualificados
ACN.– Líbano está en caída libre. En 2019, la clase media representaba el 57% de la población pero desde entonces la libra libanesa ha perdido más del 97% de su valor, los precios de los alimentos han aumentado un 1.700% y el 90% de la población vive en la pobreza. Los ciudadanos tienen dificultades para comprar alimentos, los hospitales libaneses se están quedando sin medicinas y los profesores se han marchado en masa. La Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación calcula que 2,26 millones de personas (1,46 millones de libaneses y unos 800.000 refugiados) se encuentran en una «crisis» que requiere ayuda urgente.
La situación de los derechos y las libertades no ha cambiado, de hecho es uno de los países de Oriente Medio con mejores garantías en este sentido, como recoge el Informe Libertad Religiosa en el Mundo 2023, que edita Ayuda a la Iglesia Necesitada. En este estudio se pone de manifiesto un fenómeno preocupante, y es que la emergencia en Oriente Medio se ve influenciada también por el empeoramiento de las condiciones sociales y económicas, afectando especialmente a grupos religiosos como los cristianos, muy amenazados en la región.
Volviendo al caso de Líbano, con una demanda de nuevos pasaportes que alcanzaba las 8.000 solicitudes diarias, el 29 de abril de 2022, las autoridades libanesas dejaron de emitirlos. Menos de un año después, con una cifra de solicitudes diez veces superior a las de años anteriores, se ha vuelto a cerrar la plataforma oficial en línea para expedir o renovar pasaportes.
Sin embargo, las explicaciones de las autoridades sobre las dificultades para mantener el ritmo de la demanda ocultaban una preocupación mucho más profunda: la velocidad a la que profesionales bien formados y altamente cualificados abandonaban el país. Al menos 77.000 libaneses se marcharon en 2021, casi tres cuartas partes con edades comprendidas entre los 25 y los 40 años.
Las razones son múltiples, complejas y se refuerzan entre sí. El Banco Mundial y la ONU acusan a los dirigentes políticos y financieros libaneses de abusar de su posición y sumir a la población del país en la pobreza; el partido político chií proiraní Hizbulá, uno de los actores no estatales más influyentes de Líbano, interviene en las políticas nacionales y exteriores en beneficio propio. Por otra parte, los índices de delincuencia han aumentado; han surgido bandas mafiosas que llevan a cabo atracos a mano armada y asesinatos, y aumentan los robos de cualquier cosa de valor, desde armas hasta vallas de hierro de los cementerios.
Los jóvenes se hallan sin expectativas de futuro. Una encuesta de 2021 indicaba que el 75% de ellos, en su mayoría cristianos, querían marcharse. La situación está provocando la fuga de una comunidad autóctona con una presencia milenaria, que representa a profesionales como médicos, periodistas y abogados, y desempeña un papel indispensable en la identidad del país, incluida su composición y diversidad políticas. Las perspectivas de futuro son sombrías. El éxodo cristiano no solo afectará gravemente a la estabilidad, sino a la propia supervivencia del país, con lo que se extinguirá un signo importante en Oriente Medio: una sociedad democrática en la que conviven en paz diferentes comunidades religiosas.
A pesar de que se han dado algunos avances positivos en la región en comparación con el período estudiado por el Informe Libertad Religiosa 2023, todavía no hay ningún país de mayoría musulmana que garantice la libertad de religión plena. Las repercusiones de las restricciones introducidas a causa de la pandemia y la inestabilidad política persistente en algunos de los países más grandes limitan gravemente los derechos humanos. En la mayor parte de los países en los que el islam es la religión oficial, la libertad de creencia está limitada a diferentes grados de libertad de culto. En el período de dos años que se estudia en este Informe, pueden identificarse algunas tendencias que, naturalmente, no se pueden aplicar a todos los países.
Aunque lo más importante para la libertad religiosa y su aplicación real sea el marco jurídico relativo a ella, la supervivencia de las minorías religiosas depende también de las condiciones de vida socioeconómicas. Y estas condiciones han empeorado o no muestran signos de mejoría. Líbano es un ejemplo de ello. Según el Banco Mundial, Líbano lleva casi tres años inmerso en una crisis económica y financiera que se ha descrito como una de las peores que se han visto. Hogar de la mayor población cristiana de la zona, durante siglos ha sido un foco de cultura cristiana en la región y una base primordial para los medios de comunicación independientes y el mundo académico.
La actual agitación económica y política, por tanto, no solo afecta negativamente a la situación de los cristianos en Líbano, sino en toda la región. Al igual que a Líbano, la inflación ha afectado a la vecina Siria, devastada por la guerra, y las condiciones de vida de la población, ya de por sí terribles, se han deteriorado aún más debido al aumento de los precios de los productos de primera necesidad y al racionamiento. Aunque las perspectivas son mejores en Irak debido al aumento de los precios del petróleo, los cristianos siguen abandonando el país a un ritmo de 20 familias al mes.