ACN.- Desde el día del bautismo, todos los cristianos están llamados a ser apóstoles, pero en muchos rincones del mundo esta misión recae de forma especial sobre los catequistas, verdaderos apóstoles del siglo XXI. En pueblos donde el sacerdote solo puede celebrar Misa una o dos veces al año, o donde la guerra, la pobreza y la persecución impiden la presencia regular de la Iglesia, son ellos quienes mantienen viva la fe.

Con una biblia desgastada, un rosario y un profundo amor a Cristo, los catequistas —laicos y religiosos— anuncian el Evangelio, forman comunidades cristianas, acompañan a los desplazados y enseñan a los niños a rezar en su propia lengua, incluso en contextos de extrema dificultad.

En muchos países, la vida de la Iglesia depende directamente de los catequistas. Allí donde los sacerdotes no pueden llegar por la violencia, la falta de caminos o las condiciones climáticas, ellos reúnen a los fieles, celebran la Palabra, preparan a los niños para los sacramentos y acompañan a las familias en el dolor.

Algunos viven entre mayorías musulmanas; otros, en zonas marcadas por la brujería, la droga o la pobreza extrema. Muchos no reciben salario, trabajan la tierra para alimentar a sus hijos o recorren kilómetros bajo el sol para visitar a los enfermos. Otros se desplazan en canoa por los ríos del Amazonas o afrontan la persecución por el simple hecho de ser cristianos.

La labor de estos evangelizadores es inmensa. Según los últimos datos de la Santa Sede, en el mundo hay 2,9 millones de catequistas, hombres y mujeres que entregan su vida para que el Evangelio llegue donde parece imposible.

Su fidelidad, alegría y testimonio sostienen comunidades enteras y son, para muchos, el primer y único rostro de la Iglesia. Gracias a ellos, los niños aprenden a leer con una biblia en su idioma, los enfermos reciben consuelo y la fe sigue viva en los lugares más olvidados.

Solo en 2024, el apoyo de los benefactores de la fundación pontificia Ayuda a la Iglesia Necesitada (ACN) ha hecho posible el desarrollo de 805 proyectos de formación de catequistas, para que puedan transmitir la Buena Nueva. Además. se han comprado 1.141 vehículos para la evangelización y la atención pastoral. Esto incluye coches, motocicletas, bicicletas, autobuses, barcos y camiones, que permiten llegar a regiones remotas.

A esto se añade la ayuda con material catequético. Durante el último año, ACN ha distribuido más de 844.000 ejemplares como biblias y libros religiosos en lenguas autóctonas. Entre estas ayudas destaca la entrega de ejemplares de la Biblia del Niño, traducida a más de 194 idiomas y dialectos y con más de 51 millones de ejemplares entregados en todo el mundo.

Con su campaña de Navidad, ACN quiere seguir sosteniendo a los catequistas que anuncian el Evangelio en contextos de pobreza, persecución y aislamiento. La colaboración de los benefactores permite asegurar su formación, su sostenimiento y los medios necesarios para llegar a las comunidades más alejadas.

Desde España, la oración, el testimonio y la generosidad de miles de personas hacen posible que la fe no se apague. Allí donde llega la ayuda, llega también la fe, y comunidades enteras descubren el amor y la misericordia de Dios gracias a estos incansables apóstoles.